Había decidido no volver a escribir u opinar públicamente porque nuestro país tiene sistemas inoperantes de disciplina social y de justicia, pero me veo motivado a hacerlo hoy nuevamente después de 1 año y medio, debido a que no solo fui testigo sino víctima de lo que llamamos discriminación a la inversa.
Es tristemente "normal" que hayan casos de discriminación todos los días contra las minorías. Xenofobia contra venezolanos, racismo contra los afro por su piel oscura, homofobia contra los LGTBIQ+, clasismo contra los pobres o los ricos desde las clases sociales opuestas, y violencia desmedida que lleva a asesinatos y empalamientos, sin contar con exilios y desplazamientos forzados.
Pero el 1 de abril de este año fui victima de discriminación por parte de una empleada del D1 de origen étnico afro (se veía por su fenotipo), quien en razón a mi edad no sólo me maltrató sino injurió y vulneró mis derechos humanos. Me caracteriza ser igualitario, y en mis 25 años de profesor y de funcionario judicial así lo aprecian quienes me han conocido. En uso a mis derechos y teniendo en cuenta los hechos narrados en seguida, solicité mediante queja escrita, a Tiendas D1, respetuosamente que se tomen las medidas pertinentes, y se corrija lo ocurrido tratando que no vuelva a suceder a nadie.
El 1 de abril de 2023 en la sede del D1 frente al eje ambiental en Bogotá, fui sobre las 6:05 pm e hice unas compras. Al querer pagar la cajera que estaba en la caja número 1, la que da hacia la puerta de acceso del almacén, una mujer afrocolombiana de entre 25-30 años, alta (1.7 aprox.) y algo corpulenta me agredió verbalmente al gritarme fuerte como una orden militar, "Siga!". Al yo pasar me encontré con que no había terminado de atender al cliente anterior y le pregunté que entonces para qué me llamaba, de buena manera le dije eso porque me podría estar haciendo perder el turno de la otra cajera. En otras palabras, ¿para qué me llamaba si no estaba aún lista a atenderme?.
La sorpresa fue cuando, en vez de recoger su mal genio, impaciencia y grosería, me gritó nuevamente y más fuerte aún, y me dijo además "viejo marica", discriminándome no sé si por ser cercano a la tercera edad o para ofenderme con trato discriminatorio con lenguaje de naturaleza sexual. Aparte de eso, y ante mi lógico reclamo fue más grosera aún, y diciéndome delante de los otros clientes en fila, nuevamente, "viejo marica", sin ninguna razón se negó a atenderme, siendo esta vez ostensible que fui objeto de discriminación y malos tratos (injuria), obligándome a pasar por la caja número dos, haciéndome perder arbitrariamente mi turno que esperé pacientemente por un cuarto de hora, donde sí me recibió una niña delgada y de piel color claro, quien me atendió con respeto.
Debo decir que no soy racista y menos xenófobo u homofóbico como me conocen mis alumnos de las universidades donde doy clases hace varios lustros, o muestran los 25 años que como fiscal he ejercido en la Fiscalía General de la Nación. Pero por primera vez en mi vida me sentí y fui víctima de discriminación a la inversa, negándoseme el respeto al que mis condiciones personales y humanas me hacen merecedor según la la ley y la Constitución Nacional de Colombia, amén de los derechos humanos reconocidos universalmente para todos.
Solicité al almacén que se observen las cámaras del mismo para ese día entre 5 y 7 pm y verán la verdad, por lo que elevo mi voz de protesta públicamente para que se corrija este pésimo comportamiento, y se me indique el nombre de la persona que cometió dicha discriminación, que podría encuadrarse en el delito homónimo de acuerdo a la norma penal vigente, además del punible de injuria.
No me mueve la revancha y no me interesa perjudicar a la mencionada empleada y menos a la tienda de la que soy cliente asiduo, solo pido que me garanticen que estos hechos no se repitan y que será llamada la atención a la funcionaria involucrada, y no procederé judicialmente, y desisto de cualquier acción civil o penal, pero me reservo el derecho de hacerlo si no me satisface el nivel de justicia interna que espero.
Pensé casi 15 días si valía o no la pena dar a conocer este suceso, pero me incliné por el sí, porque si bien no es justo que se discrimine a alguien por ser extranjero o indígena, gay o lesbiana, de izquierda o de derecha, pobre o rico, negro, blanco o asiático, ni por edad, ni por nada, me convenzo que con tanta rebelión igualitaria de colectivos sociales que hasta hace poco eran minorías discriminadas, el revanchismo histórico y el resentimiento de quienes fueron tradicionalmente discriminados, hoy lleva a que lo seamos los que antes éramos considerados "normales".
En caso de un terremoto de grandes proporciones, la ayuda humanitaria hoy se repartiría en el siguiente orden a las víctimas: primero a los niños (está bien porque son indefensos y hay que proteger el futuro), luego a las mujeres (no veo razón salvo el sexismo histórico invertido), luego los gays y lesbianas (porque son minorías), después a los negros y mestizos (para compensar años de racismo y discriminación que jamás compartí), enseguida los de la tercera edad hacen cola en el siguiente puesto (extremo opuesto de los niños, tal vez solo por misericordia), y ¿a los hombres blancos o casi blancos, heterosexuales, de entre 18 y 50 años, que nos coma el tigre?
De verdad espero que esta cadena de tiendas tome en serio esta denuncia que presenté formalmente con firma y huella. YHWH Dios nos libre de ser discriminados cada vez más en el futuro. Los seres humanos, y en general los seres vivientes merecemos trato justo, digno e igualitario.