Sergio Fajardo, un matemático que un día se levantó con ganas de ser presidente, un político que solo era conocido en Antioquia hasta el año 2018 que decidió dividir la oposición para facilitar la llegada de Iván Duque a la presidencia. Un hombre que dice ser un candidato alternativo que se preocupa por el pueblo; cuando toda su vida ha estado rodeada de los lujos que brinda pertenecer a una clase acomodada gracias a su padre que hacía negocios con la oligarquía antioqueña.
Un hombre que acusa a Petro de ser un ser que divide las masas con su supuesto discurso de odio hacía la clase política que nos ha estado saqueando por décadas. Un político que nunca se ha pronunciado contra ninguno de los criminales que nos ha robado el derecho a la salud y la educación. Un precandidato que promete fomentar la educación en el país, pero no dice cómo lo hará ni se pronuncia contra la clase política que no quiere que nos eduquemos. Un profesor que se considera iluminado por pretender tener la respuesta a los problemas del país.
Fajardo es como el libro de autoayuda que con un título bonito promete mejorar el nivel de vida del país; pero, como esos libros, solo se dedica a repetir un discurso de progresismo y buena vibra para atraer el progreso a nuestras vidas sin dar soluciones concretas o explicar la razón de los problemas. Es el producto que está formando la ultraderecha para conservar su hegemonía; el mismo sector que sabe que Uribe ya les va a dejar de ser útil, por eso se están disfrazando de centro para engañar a los colombianos que no tienen conocimientos ni bases políticas e históricas.
Hoy les quiero mostrar un artículo en el que el profesor alternativo, el candidato preferido por los jóvenes light de clase media que no quieren admitir que son derechistas de closet; el sector que logra engañar el único hombre que respeta Claudia López. El candidato de extremo centro.