Enfrentar la pandemia ha sido difícil para la mayoría de personas, mucho más para quienes tienen posibilidades limitadas; y es en este escenario en donde la salud mental se ve terriblemente afectada, inundando a estos individuos de sentimientos de angustia, desesperación y miedo.
Antes de la situación desatada por el coronavirus, la salud mental era un problema gravemente pasado por alto y con muy poca prioridad, ahora es posible comprenderla como una crisis o como un desmoronamiento emocional que nos lleva a sentir que la vida es algo muy diferente a lo que conocemos. Este cambio en nuestra rutina, en nuestras interacciones sociales, sumado a la incertidumbre, construye una bomba de estrés para muchas personas.
Podríamos ver esta situación como una gran esfera, en el núcleo estaría ubicado el virus y todos esos interrogantes que tenemos alrededor de la enfermedad y el confinamiento al que estamos sometidos. Pero fuera de ese núcleo posiblemente encontraremos otras complicaciones que tienen el mismo resultado, esa incertidumbre en cuestiones económicas, en la falta de empleo, en esa inclinación a la agresividad ante lo desconocido, y son esas mismas ramificaciones lo que fundamenta el problema que nos aqueja en este momento tan complicado.
Todos enfrentamos esta situación tan anómala y extraordinaria con nuestros propios recursos y a veces analizar puntualmente no es una buena idea, pero lo que sí es irrefutable y sumamente importante es el reconocimiento de las estrategias de negación y de sobrepreocupación que muchas veces enfrentamos ya que como en cualquier otra situación estos extremos nos pueden arrastrar a un problema de salud mentar real. No debemos normalizar cambios en nuestra conducta por mas naturales que parezcan y es oportuno empezar a pensar en una manera de replantear y reconfigurar esas percepciones sobre la realidad actual de la pandemia.
¡No estamos solos! Y aunque el miedo es en muchas ocasiones una respuesta inevitable, esto no implica que debamos someternos a él y trascenderlo sin límites, pensemos ahora más que nunca en un poder transformador que se entrelace de forma colectiva y emocional, para poder soportar y superar estos miedos.
Estar mal no es normal.