Nadie podrá cuestionar que Endry Carreño tiene muy bien ganado su lugar como celebridad en el plantel de la farándula colombiana. Con su fascinante personificación de Laiza en Los Reyes, nació una estrella salvaguarda de la incansable lucha de ser trans en un país como Colombia. Su carisma, encanto, humor, fortaleza y la impecabilidad física del personaje, tan parecida a su actriz, se inmortalizó en la memoria y corazón de la mayoría de los hogares colombianos que vieron la serie. Incluso en aquellos dónde la homosexualidad era considerada una aberración.
Pero el camino de Endry para llegar a ser Laiza no fue ninguna pasarela ni alfombra roja. A diferencia de muchas famosas, ella arrancó a soñar con ser una estrella desde un humilde hogar cucuteño teniendo muchas circunstancias en su contra: era hombre gay, amanerado, de familia tradicional, le gustaba el maquillaje y vestirse de mujer, en una ciudad que aún ve la homosexualidad como una enfermedad mental en su mayoría. Para ese entonces, Cardeño estudiaba en el colegio municipal de Cúcuta, institución del que la echaron el día que la descubrieron depilándose las cejas en el baño de las mujeres. De niño pudo ser ingenuo, pero mirada hambrienta al futuro nunca le faltó en su rostro. Su mayor fortaleza, tal y como ha dicho en distintas entrevistas, ha sido el incondicional apoyo de su madre, quien actualmente es una de sus mejores amigas.
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Jaime Orozco “Kaperuzza” alguna vez escribió para Soho que el día que conoció a Endry Cardeño, ella era hombre, tenía 15 años, se había recién graduado del colegio, ya había salido del closet y también hablaba de sexo con relativa naturalidad pues, para ese entonces, no le era ajeno. Estaban en Cúcuta para dicho encuentro, pero Cardeño ya estaba listo para perseguir su sueño de estilista en Bogotá, a donde se mudó al cabo de unas semanas.
Cuando cumplió 17 años, Endry decidió que en su armario tendría que haber ropa femenina permanentemente y se comprometió a sacar la mujer que, en el fondo, siempre había sido. A los pocos meses, se inscribió en un concurso de belleza en Cúcuta y salió del evento luciendo la corona de reina. Regresó a Bogotá, se ganó otro y así empezó su carrera como modelo trans.
De sus primeros años en la capital, Endry recuerda que esta sería su primer contacto con el mundo de la prostitución, del que se vio naturalmente atraída por ser un medio para llegar a sus objetivos. Cuando adquiriera el porte femenino, después de varias intervenciones quirúrgicas estéticas en su cuerpo, lo dejaría todo para mudarse a Italia, país en el que también ejercería como trabajadora sexual. Pasarían varios años de transformación, no solo física, antes de llegar a las grandes pantallas de la televisión colombiana en el año 2005: estando en Roma, Cardeño habría escuchado por primera vez sobre el casting de Laiza, en el que no dudó en participar. Con un video autogestionado de 5 minutos, logró convencer al equipo productor de la serie de RCN en Bogotá.
Y es que en duda nunca ha estado su talento, pero ha sido su profesionalismo lo que la puso en el plantel de las favoritas tanto en Caracol como en RCN, canales en los que ha trabajado constantemente desde que se dio a conocer como Laiza, una inolvidable diva. Y hoy, a sus 46 años, su presencia determina en los programas que revolucionan la audiencia como MasterChef Celebrities, que ha probado ser un éxito en ratings. Pero también ha sido su historia y la forma de encarnarla.
Endry es transgresora de las fronteras, las categorías y la atención por naturaleza. Esa ha sido una de sus mayores fortalezas, que bien supo empoderar para llegar al estrellato. En una entrevista que le hicieron en el 2017, Cardeño dijo con énfasis que por decisión propia y consiente ella ejerció la prostitución en algún momento de su vida. No por necesidad o presión externa, sino como un acto reivindicativo con la mujer que por muchos años supo que era y no pudo ser. Con la frente en alto, su compostura regia y una mirada más digna que nostálgica, se la habría visto sonreír al recordarse -en voz alta- vestida y arreglada en las calles de Roma, Turín, Bogotá o Cúcuta esperando ser recogida por cualquier hombre en las largas horas de la noche.
“Tiene que ver con una realidad que va muy apegada a nosotras, que es la ‘trans’ y el trabajo sexual. Es una pequeña puerta que hemos tenido para poder conseguir dinero y seguir adelante. Como es un espacio donde hay menos normas, entonces es más fácil, de alguna manera”.
El espíritu libre de Laiza no pierde vigencia, sino que ha demostrado valorizarse con el tiempo.
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