El Congreso de la República fue el escenario en 2004 de un hecho sin precedentes: al congreso de la republica llegaron, entre aplausos de pie de los congresistas ahí presentes, tres máximos líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia, Salvatore Mancuso, Ramón Isaza y Ernesto Báez.
Dicha intervención tuvo lugar dos años después de que se instalara la mesa de Santa Fe de Ralito, después de que las AUC anunciaran un cese al fuego como condición para iniciar una negociación con el gobierno, con Luis Carlos Restrepo de un lado (hoy prófugo de la justicia por falsas desmovilizaciones con las AUC) y Carlos Castaño del otro (presuntamente asesinado por su misma gente). Cada uno tuvo el momento para exponer los pensamientos que tenían respecto a la negociación de paz, así como las razones que tuvieron para delinquir de la manera en que lo hicieron en Colombia.
“Salvatore Mancuso, en tono enérgico y reposado, leyó su arenga: 46 minutos y 15 segundos. Un largo ataque al abandono del Estado y una oda al heroísmo de las autodefensas”, escribió Héctor Abad Faciolince.
Al momento de las replicas, por parte de los congresistas, la reacción de la mayoría fue inesperada: los discursos fueron seguidos por una lluvia de aplausos de los congresistas que presenciaban la sesión.
Este fue el momento:
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