Hace poco Carla Guelfenbein estuvo en Bogotá presentando, junto con el escritor colombiano Jorge Franco, su última novela Contigo a la distancia ganadora del Premio Alfaguara Novela de este año. Esta chilena, que se caracteriza por su simpatía y su personalidad, presentó una obra con título de bolero, cuya protagonista, Vera, rinde homenaje a la escritora brasileña Clarice Lispector.
La protagonista del libro es Vera Sigall, una reconocida escritora que al caer por las escaleras de su casa y quedar en estado de coma. Todo indica que la caída no fue un accidente. La caída desencadena una serie de preguntas y secretos que se develan a tres voces narrativas: la de Daniel, su vecino y confidente; la de Emilia, una joven que estudia su obra; y la de Horacio, su amante y compañero de letras. A los tres los une su admiración por Vera, al igual que la necesidad de desentrañan de su obra y vida un misterio que terminará por unirlos para siempre.
Usted afirma que Vera, la protagonista, es en sí misma una analogía de la intimidad. ¿En qué consiste esa intimidad a la que hace alusión, y porque es está tan relevante para una persona cualquiera o para una escritora como usted?
La intimidad es el espacio donde los seres humanos somos más nosotros mismos que en ningún otro. En la intimidad y en la soledad nos sacamos las caretas, bajamos los sables y las bayonetas, y nos encontramos desnudos ante nosotros mismos y ante los otros. Ese es el espacio que me interesa explorar, describir, revelar en mi literatura. Lo que no es aparente, lo invisible para los demás. Me interesa el ser humano en su fragilidad oculta, en sus temores, en su verdad.
El fracaso y el éxito son temáticas que se abordan en toda la obra, ¿cómo entiende usted estos conceptos? ¿Cuándo fracasamos como personas?
Efectivamente el éxito y el fracaso son temas que atraviesan Contigo en la distancia, temas que exploro, y que podría seguir explorando por su complejidad. Si hay algo sin embargo de lo cual tengo certeza, es que el fracaso y el éxito tienen que ver con uno mismo, no con las expectativas que los demás tienen sobre nosotros. Truman Capote decía que el éxito lo que hace es transformarte en una cucaracha que ha quedado de espaldas, patas arriba, a quien todos alaban y consienten, pero que es incapaz de volver a ponerse de pie y caminar por sí misma.
¿Cuál es la historia detrás del título de la novela?
Contigo en la distancia es el título de un bello bolero de Cesar Portillo de la Luz, y que escuché, después de muchos años, en un viaje reciente a Cuba. Cuando lo escuché supe que ese era el título de mi novela. Llevaba meses buscándolo, pero de todos los que se me venían a la mente, ninguno me hacía tanto sentido como me lo hizo el título de este bolero. La novela en su esencia habla de las distancias entre los seres humanos, y también de las distancias que cada uno de los personajes tiene consigo mismo.
¿Qué características comparten usted y la escritora brasileña Clarice Lispector?
Comencé a leer a Clarice Lispector cuando tenía 20 años, y desde entonces sus letras me han acompañado e inspirado. Pero no fue hasta hace algunos años, cuando leí la biografía que escribió Benjamín Moser, que sentí la necesidad de crear un personaje que estuviera inspirado en ella. En su biografía descubrí que había muchos aspectos de su historia que coincidían con la historia de mi familia. Sus padres y mis abuelos habían huido de los pogromos en Ucrania, más o menos en las mismas fechas, y habían ido a recalar a un continente nuevo. Sus padres a Brasil, y mis abuelos a Chile. El sino que marcó la vida de sus padres y luego la suya, no es muy diferente al que nos marcó a nosotros. Mis padres, así como Clarice, hicieron lo posible por sentirse parte de ese mundo nuevo, y si ello implicaba olvidar la barbarie, la persecución, y el dolor de sus padres, estaban dispuesto a hacerlo. Es lo que hizo Clarice, y es lo que hicieron mis padres. Contigo en la distancia, además de muchas otras cosas, es una forma de darle una historia a mi familia. Una historia que quedó en el silencio.
Algunos críticos afirmaron que la novela le apuesta al "sentimentalismo burgués", ¿qué les respondería?
Me parece muy divertido. Mirado así, Ana Karenina, una de las obras más importantes de la literatura, sería el drama “sentimentaloide” de una pobre mujer burguesa casada con un hombre a quien no ama, y que busca desesperadamente el amor. También en esa categoría recaería toda la obra del gran Henry James, con sus americanos ricos que viajan por el mundo admirando y aspirando ser parte de la cultura educada y burguesa europea. Para qué hablar de Rojo y Negro de Standhal, un pobre Julián Sorel que es capaz de hacer lo que sea por pertenecer a la clase elegida de la burguesía cayendo en las más bajas formas de “sentimentalismo”.
Usted eligió el camino literario relativamente tarde, ¿es esto una ventaja o una desventaja?
Escribí desde niña, pero esos textos constituían una forma personal de expresarme, no un medio para comunicarme con los demás. Sin embargo, llegó un momento en que sentí la necesidad de pasar todo el tiempo dentro de mi mundo de letras, y renuncié a mi trabajo como diseñadora para poder dedicarme a escribir. De ahí salió El revés del alma, mi primera novela, que rápidamente llegó a la lista de los libros más vendidos. Ese fue el comienzo. Y ya no volví atrás. Evidentemente que para mí salir al “aire” como escritora después de haber pasado por la ciencia y el diseño fue una ventaja. La ciencia es por sobre todo una máquina de hacer preguntas. Y de eso trata la literatura. Hacer las preguntas correctas, las significativas, las que van al fondo del asunto, las que no se quedan en la superficie. Ciencia y literatura requieren la misma rigurosidad intelectual, el mismo compromiso incondicional. El diseño gráfico, por su parte, transforma los conceptos en imágenes, destila ideas complejas en una imagen poderosa que comunique lo que quieres decir. “Mostrar y no decir” es una de las máximas de la literatura. Un concepto que es la esencia misma del diseño.
Es indudable que leer es una forma de "ensanchar el mundo", ¿el acto de escribir es también una forma de hacerlo?
Como señalaba Marguerite Youcernar: “La escritura es lo desconocido”. Y en ese sentido, a través de la escritura estás siempre explorando mundos. Si sabes exactamente lo que vas a escribir de antemano, “el tema” por decirlo de una forma, lo más probable es que al final llegues al mismo sitio del cual partiste, sin haber conocido nada en el camino.
¿Qué ha significado para su carrera y su rutina el Premio Alfaguara?
Ganar un premio como el Alfaguara hace que muchos lectores tengan acceso a tu literatura. Y es esta la dimensión que más me interesa. Yo escribo porque el lugar donde quiero estar es frente a mi computadora, con mis personajes, con sus vicisitudes, con sus historias. Pero llega un momento en que, cuando has terminado, quieres comunicarte con otro, con tus lectores. Y el premio es una gigantesca oportunidad para ampliar y profundizar esa comunicación. Mi rutina en estos últimos meses ha cambiado radicalmente, porque el premio contempla una gira por todo Latinoamérica. Ha sido una experiencia increíblemente estimulante y bella.
¿Existe la literatura femenina o es una invención machista contemporánea?
El panorama para las mujeres en el mundo, aunque lentamente, está cambiando en todos los aspectos y dimensiones. Pero tal vez uno de los ámbitos en que menos ha cambiado, es el de la literatura. Hoy las escritoras tenemos que enfrentarnos a los mismos prejuicios que nuestras antecesoras. Si nuestros personajes principales son mujeres, entonces escribimos solo para mujeres, si hablamos de la intimidad y de los sentimientos de nuestros personajes, hacemos una literatura sentimental, etc.. etc… Estoy leyendo en estos momentos la última novela de Ian Mc Ewan, y su personaje principal es una abogada a quien su marido le anuncia que quiere tener un affair con una mujer menor porque necesita sentirse vivo sexualmente antes de sucumbir a la vejez. La novela está escrita a través de la conciencia de la abogada, que, abandonada por su esposo, comienza a vivir una nueva realidad. ¿Quién se atreve a decir que Mc Ewan escribe para mujeres?
¿Cómo cree usted que se debería incentivar la lectura en un país como Colombia donde el promedio de lectura es de un libro y medio al año por persona?
El incentivo de la lectura es un tema fundamental. En Chile también los índices de lectura son muy bajos. Es un problema que debe enfrentarse por todos los flancos. Políticas de gobierno, colegios, familia. Pero ojo, el incentivo de la lectura no es tan solo una decisión que viene de arriba. Es una labor que puede hacer cada uno de nosotros, en nuestro lugar de trabajo, en nuestra comunidad, en nuestra familia. Por ejemplo leer un libro junto a nuestros hijos es incentivar la lectura, recomendarle a alguien un buen libro es incentivar la lectura, y así, hay un sinfín de actitudes, que además de las necesarias políticas de nuestros gobiernos, pueden hacer de nuestros países, naciones más lectoras.