Federico Gutiérrez siempre fue un alcalde muy popular, entregó el cargo con una popularidad del 82% y su medición más baja se ubicó en el 78% Al lado de exalcalde de Barranquilla Alejandro Char, Fico se graduó como el mandatario más popular y con la aprobación más alta del país. Entre las variables explicativas de su popularidad se encuentran: su permanente y asfixiante presencia en medios, su perfil mediático de alcalde-policía y una población indulgente con sus mandatarios. Ni la captura de su primer secretario de Seguridad (Gustavo Villegas) por los delitos de concierto para delinquir y vínculos con el crimen organizado a mediados de 2017, enlodó su imagen. En Antioquia y en Medellín sus habitantes tienden a validar favorablemente a sus mandatarios y así se puede evidenciar en el histórico de encuestas de aprobación de los últimos exalcaldes y exgobernadores.
Dada su enorme popularidad y el poco control que se ejerció a su gobierno desde el Concejo, Fico se sintió con la autoridad para pasar por encima de los sectores que le hacían oposición social y muy pocas veces respondió a temas sensibles. Su silencio se convirtió en una característica de su perfil como dirigente y frente al tema de Hidroituango (le tocó lidiar con la mayor contingencia en EPM en tiempos recientes) siempre delegó en el gerente Jorge Londoño de la Cuesta. Con ese tema Fico no se quiso meter de frente y ante los señalamientos de corrupción o malos manejos guardó silencio. De eso se percató con notable perspicacia un activista Daniel Quintero, quien tras haber aspirado a la Cámara de Representantes por Bogotá en 2014 y salir del gobierno Santos, aterrizó en Medellín para convertirse en un activista social en contra de la corrupción, las irregularidades y especialmente el silencio del alcalde Federico Gutiérrez frente a Hidroituango y EPM.
Quienes conocen a Daniel valoran su inteligencia para comunicar y hacer oposición. Con el tema de Hidroituango fue particularmente perspicaz porque logró construir una narrativa tan efectiva que lo sacó del anonimato. Algo que se evidenció al entregarle un queso a los directivos de EPM y con una acción que sería fundamental en su camino hacia la alcaldía: instalarle a Fico, en plena Alpujarra, las gafas más grandes del mundo. Ocurrió el 2 de octubre de 2018, cuando el activista Quintero posicionó la idea de la venta de acciones de EPM y denunció el silencio de Fico con lo que estaba pasando en Hidroituango. A esa manifestación simbólica asistieron un puñado de ciudadanos y varios medios de comunicación. Las gafas gigantes representaban la metáfora de un alcalde que imbuido en su altísima popularidad sentía que no debía responder ante los medios, los sectores afectados y menos ante un activista que venía de hacer carrera en Bogotá.
Tras ese episodio Quintero despegó y a los dos años llegaría al piso 12 de La Alpujarra. Se convirtió en alcalde cuestionando a un alcalde muy popular. Ahora, es él quien se encuentra imbuido en una creciente popularidad, en un silencio ante los señalamientos de manejos irregulares y corrupción que rodean a algunos de sus altos funcionarios, no dice nada del altísimo aumento en las tarifas de servicios públicos en plena pandemia (a pesar que prometió que congelaría esas tarifas en campaña). No, ha enfocado todos los medios en cubrir solo su manejo de la pandemia sin importar los ruidos en otros frentes de su gobierno. Paradójicamente, por estos días es él quien se hace “el de las gafas”.
