Como esperaban todos los interesados en la aprobación del acuerdo entre el gobierno y las Farc, la espesa nube de humo creada por la estrategia de desinformación del Ministerio de la Verdad, ha hecho que solo un exiguo porcentaje de colombianos se haya tomado la molestia de leer el contenido del mamotreto que nos piden apoyar en las urnas el próximo domingo y donde son ellos, no las víctimas, el centro del acuerdo. Según algunos resultados de la más reciente encuesta, apenas el 7,1 % de los entrevistados dice haber leído el texto. Mejor habría sido si además se hubiese preguntado qué tanto se comprendió del mismo.
Por su parte, estimulados por el deterioro de la intención de voto por el Sí y el repunte del No, la oposición reta al presidente a un debate cara a cara, a sabiendas de que un presidente “telepronter dependiente” jamás va a aceptar semejante reto; no vaya y sea que alguien descubra que no ha tenido, ni tiene, ni tendrá ideas propias.
Pero, dada la gravedad de lo que se decidirá el domingo dos de octubre, invito a los sufragantes a que por lo menos hagan un ejercicio dirigido, que les permita votar con un mínimo conocimiento del contenido del acuerdo. Por favor vayan al punto 3.3, que debería estar entre las páginas 68 y 69.
Luego, traten de leer el numeral 6.4, que debería estar inserto entre las páginas 190 y 191, pero que, al igual que el anterior, o se les olvidó incluirlo, o les parece demasiado confidencial como para que aparezca en el texto final, inmodificable y definitivo.
El numeral 2.1.2.1, literal C, establece que las Farc determinarán
las acciones de protección a los opositores al gobierno.
¿A todos los opositores?; o sea, ¿al Centro Democrático?
Los que hicimos la tarea de leerlo, encontramos que, por ejemplo, en el numeral 2.1.2.1, literal C, tercer bullet en la página 35, que tiene que ver con las garantías a la oposición, se establece que las Farc determinarán las acciones de protección a los opositores al gobierno. ¿Esto incluye a todos los opositores?; o sea, ¿al Centro Democrático?
Si este es el mejor acuerdo posible, como pregonan los negociadores y el gobierno, no significa que no pueda haber uno mejor. Lo que están admitiendo es que trabajaron al límite de sus capacidades, lo que no excluye que haya otras personas, con otras motivaciones, que puedan hacer una negociación realmente buena y equilibrada. Se les abona la buena intención, pero no podemos aceptar que sea lo mejor que se pueda lograr. Se trata de lo mejor que ellos pudieron lograr. Algún día serán consumidos por su propia arrogancia.
Por otro lado, sería muy conveniente saber cuándo comienzan a ser obligatorios los acuerdos para las partes, para saber cuándo comienzan a ser exigibles. Nuestra tradición santanderista así lo exige.
Cuando el Procurador Ordoñez manifestó que aún no dejaba el cargo, ya que la anulación de su nombramiento no se había surtido con la totalidad de los formalismos requeridos, la jauría de periodistas de siempre salió a descalificarlo, afirmando que como se trataba de un hecho notorio y conocido, no era necesario el lleno de requisitos. Pero cuando dio una declaración días después en Nueva York, los mismos comunicadores se desgañitaron quejándose de su participación en política, siendo todavía Procurador. ¿En qué quedamos entonces? A estos mismos periodistas, que pregonan que la inmensa mayoría de los colombianos está por el sí a la paz, sin ningún tipo de respeto por la objetividad a la que supuestamente se deben, cabría preguntarles, ¿por qué las encuestas que sus medios contratan dicen exactamente lo contrario?
En varias cínicas y airadas declaraciones, el jefe negociador de las Farc increpó a los periodistas que le preguntaban por las tierras de las cuales se habían apropiado mediante el desplazamiento. Con indignación, el señor alias Márquez respondió de manera desafiante que lo del desplazamiento y el robo de tierras era un invento de la derecha. Si eso es así, ¿entonces por qué la semana pasada devolvieron la hacienda de propiedad de la los Turbay Cote, familia vilmente perseguida y asesinada por sus sicarios que operan en el Caquetá?
De igual forma, a la pregunta sobre la fortuna de las Farc, la respuesta del mismo negociador fue “el presidente Santos ha declarado que no han podido encontrar ni un solo peso en ningún paraíso fiscal”. Ello, para quienes saben leer entre líneas, no es una negación de tener dinero oculto; es una manifestación de que aún no ha sido hallado.
Como el acceso a los beneficios se condiciona a que digan toda la verdad, sería muy útil saber cuándo comienzan a ser tomadas en serio sus declaraciones, a fin de poder excluirlos de las dádivas y concesiones del gobierno a cambio de “verdad, justicia, reparación y promesa de no repetición”.
Mi sospecha, y espero estar totalmente equivocado, es que estamos presenciando la formalización de un nuevo grupo económico, con el apoyo interesado de quienes participan en este sainete. Se trata de un grupo acostumbrado a practicar el capitalismo salvaje más feroz, cuyas tácticas de esclavización de la mano de obra campesina solo son comparables con las usadas por la Casa Arana durante la fiebre del caucho a principios del siglo pasado, curiosamente en la misma zona del país donde ellos concentran su actuar delictivo. Si consideramos que tienen su base de campesinos sometidos, las tierras usurpadas y legalizadas por el gobierno; la integración vertical del negocio del narcotráfico, desde la siembra hasta el lavado de los dineros provenientes de la venta del producto final; así como la esperanza de un futuro cercano de legalización en sus mercados objetivo del exterior, además de una capacidad de lobby político y una chequera abundante y totalmente lavada por el Acuerdo, es forzoso concluir que están dadas todas las condiciones para la consolidación de un nuevo grupo que competirá de igual a igual con los ya existentes en el país.
El tiempo dirá muy pronto quién tiene la razón en este caso.
Posdata: si con el acuerdo nos vamos a ahorrar setenta y dos mil millones de pesos, diarios, ¿para qué reforma tributaria?