En el pasado no muy lejano los medios no dejaban de aplaudir el ‘milagro ecuatoriano’. Hace un año la revista Dinero, afirmaba: “Ecuador tiene nueva cara. Una revolución de infraestructura ha transformado el país. Relucientes carreteras de doble calzada atraviesan el territorio, construidas dentro de los tiempos y costos programados. Aeropuertos, hospitales, colegios y universidades se levantan en las zonas más apartadas, aprovechando la renta petrolera. El crecimiento promedio de la economía ha bordeado el 5 % desde 2010, jalonado por una inversión pública sin antecedentes. La producción de crudo y los ingresos fiscales se han multiplicado, no solo por los buenos precios sino también por la renegociación de los contratos petroleros. El Ecuador de hoy sorprende. Debido a la ideología socialista del presidente Rafael Correa y a su audacia para retar a Estados Unidos en diversos escenarios, muchos asumieron que su gobierno sería un desastre en lo económico, comparable al de Hugo Chávez en Venezuela o al de los Kirchner en Argentina. No hay tal: el calibre de Correa es bien diferente. Es el único presidente en América Latina que cuenta con un título de doctorado, ha puesto coto a los evasores de impuestos, y se ha empeñado en transformar la educación”.
Otros destacaban la ‘moratoria’ de la deuda externa ecuatoriana como un modelo a seguir. Es más, a pesar de que Correa le torció el pescuezo a la Constitución para acallar toda crítica y hacerse reelegir indefinidamente, muchos ocultaban las facetas caudillistas y populistas del presidente con el argumento que la economía ecuatoriana iba viento en popa.
El legendario inversionista Warren Buffett afirmaba que cuando bajaba la marea, uno se podía dar cuenta de quién tenía vestido de baño…y quién no lo tenía. A la hora de la verdad, el inmejorable desempeño de la economía resultó ser un ‘espejismo’ y la exitosa moratoria de la deuda una jaula de barrotes de ‘renminbis’ en la que la China ha encerrado a los ecuatorianos. Correa resultó ser un saltimbanqui que con una bonanza ficticia en los precios de los hidrocarburos, aunada a una cascada de préstamos por parte de los chinos logró, por medio de unas importantes inversiones en infraestructura, convencer a medio mundo que era un verdadero genio de la economía. Ese castillo de naipes está en proceso de derrumbarse.
Vamos por partes: El precio del petróleo ha bajado a menos de la mitad en que estaba hace escasos diez meses. La economía ecuatoriana no se ha podido desprender de la dependencia del hidrocarburo y son pocos, muy pocos los bienes y servicios que Ecuador puede exportar para compensar la caída en los precios del crudo. Como agravante, al estar la economía ecuatoriana dolarizada países como Colombia que si han devaluado sus monedas masivamente, han inundado al Ecuador con sus productos. Ecuador, sencillamente, dejó de ser competitiva.
La economista ecuatoriana Jeannette Hinostroza, en reciente artículo, resume la situación del Ecuador: “Nunca hubo milagro ecuatoriano, sino espejismo. El brillante reflejo de un gobierno que decidió gastar todo el dinero que tenía y ahora que se vino la crisis sí tendrá que hacer un milagro para sostener la maquinaria y evitar la caída en picada de la popularidad del presidente Correa. Milagro habría sido no tener que endeudar nuevamente al país y con los chinos, que nos prestan al triple que los odiados organismos multilaterales de crédito. Milagro sería que ya no haya corrupción, pero los chanchullos se hacen a diario y a todo nivel. En ocho años de gobierno el país ha crecido a un ritmo del 4,5 %, lo mismo que creció entre el 2000 y el 2006, años pertenecientes a la larga noche neoliberal, con la diferencia que en esos oscuros años trabajaron con un barril de petróleo de hasta 20 dólares y este gobierno tuvo la suerte de vivir un nuevo boom petrolero con petróleo de hasta 100 dólares por barril. Sin embargo el crecimiento pronosticado para este año por el gobierno es de apenas el 4 %; la Cepal dijo que no pasaremos del 3,8 %; y pronósticos menos optimistas señalan que el crecimiento este año no superará el 1,5 %. En conclusión, con plata cualquiera hace milagros”.