Siguen apareciendo las pruebas de que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, no representa a la izquierda. En aras de una discusión sosegada sobre el término izquierda en política, la revista de cultura de la Radio Nacional la define:
“Históricamente, el término de izquierda política nació con el triunfo de la revolución francesa. Sin embargo, más que por principios filosóficos, se cree que el término se asoció a los resultados de las votaciones del 11 de septiembre de 1789, cuando la Asamblea Constituyente de Francia discutía un artículo de la nueva Constitución. Dicho artículo pretendía el veto absoluto del rey a las nuevas leyes aprobadas.
En esa votación, los diputados quienes estuvieron a favor de la propuesta (aceptando la injerencia del rey en las leyes) se ubicaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Aquellos que creyeron que la soberanía nacional debe estar por encima de la autoridad real se situaron a la izquierda”.
El término de izquierda quedó asociado a quienes defienden la soberanía de las Naciones y la autodeterminación de los pueblos.
Colombia, como país, ganó su soberanía con las luchas de independencia en contra del imperio español, pero infortunadamente, desde el “I took Panama”, cuando EE. UU. conspiró con unos traidores colombianos para apoderarse, mediante una supuesta independencia, del departamento de Panamá, se van a cumplir 120 años en los que no se mueve una hoja de un árbol en este país sin el designio del gran imperio.
Ese imperio es la figura del “nuevo Rey”, que impone sus condiciones: Qué producen, comen, visten, hablan, escuchan y ven los colombianos depende de él.
Es el responsable del atraso y escaso desarrollo, porque es quien usufructúa sus riquezas.
Para ello cuenta con herramientas como la banca multilateral, las agencias de cooperación y los organismos militares y políticos.
Gustavo Petro es funcional y servicial a esas imposiciones de EE. UU. En lo político, votó y respalda el tanque de pensamiento neoliberal que es la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico, OCDE.
En lo económico, mantiene su sumisión al Tratado de Libre Comercio, que viene arruinando a todo el aparato productivo del país, pero además sigue sujeto a los Acuerdos para la Promoción y Protección de Inversiones, que le garantiza grandes gabelas al capital transnacional.
Adicionalmente, acuerda la reforma tributaria y anuncian las reformas laboral y pensional con el aval de la banca multilateral, como se desprende del anuncio, el 22 de septiembre pasado, de Gloria Inés Ramírez, como ministra de Trabajo y delegataria en funciones presidenciales, quien antes fue representante de una parte del movimiento obrero colombiano.
En lo militar, Petro se siente cómodo en la OTAN, que es una alianza con la cual EEUU sostiene su hegemonía en el mundo; y les encima la entrega de la Amazonía, el coto de caza de ese imperio.
En esta etapa de recolonización neoliberal de EE. UU. sobre el mundo, en Colombia se sienten las garras de los mandatos de la OCDE, TLC, BM, FMI, OTAN y TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), con los que afianza la explotación del país, dejando a su paso violencia, hambrunas, miseria, pobreza, informalidad, desempleo, desnacionalización de empresas y “despatrimonialización”.
Ante la cooptación por los neoliberales de luchadores sociales y de algunas personalidades democráticas, ¡sin desmayos, saldrán las reservas en defensa de la Nación!
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