Se dice mucho que un argumento o un planteamiento no depende tanto de su contenido sino de quien lo presenta, cuándo se presenta y cómo se presenta. En realidad, para temas complejos poco aplica este principio: un autor acaba siendo lo que llega al público y no necesariamente lo que inicialmente expresó.
En ese sentido se debe dilucidar cuáles son las ‘influencias’ que dice haber tenido Petro. Un primer ejemplo es el cómo entiende y repite la idea de que se inspira en López Pumarejo. Decía ese presidente en su discurso de posesión:
“Hemos llegado a un momento del desarrollo económico de Colombia en que nos toca en suerte decidir sobre un tema universal, de inmediata aplicación en el país. Tal como lo disponen nuestras instituciones actuales, el gran propietario, el mayor latifundista es el Estado, y la propiedad de la tierra carece en la gran mayoría de los casos de un título perfecto que a la luz de la jurisprudencia abstracta no diera lugar a un juicio de reversión hacia el Estado. Técnicamente, pues, nos encontramos frente a la alternativa jurídica de definir la Nación hacia una orientación socialista, o de revalidar los títulos de propiedad privada, purificándolos de imperfecciones. El criterio del Gobierno ha adoptado ésta última ruta. El proyecto del régimen de tierras no tiene otro propósito que el de fundamentar la propiedad, organizándola sobre principios de justicia, y resolviendo los conflictos a que ha dado lugar la vaguedad litigiosa de la titulación existente”. (Resaltados mios)-
Como la interpretación adoptada respectó a la posición de López es que su ‘Ley de tierras’ (Ley 200) fue un principio de Reforma Agraria en el sentido ‘socializante’ que se entiende hoy de redistribución de tierras, y López textualmente afirma que su sentido no es ‘definir la Nación hacia una orientación socialista’ sino corregir ‘(…) los conflictos a que ha dado lugar la vaguedad litigiosa de la titulación existente’, sería indispensable saber cuál es la posición de Petro al respecto.
Otro tanto sucede ahora respecto a la economista Mazzucato: lo que se ha entendido es que propone o supone que la función del Estado es ser intervencionista pero más como Estado Emprendedor que como controlador; y que bajo esa forma, o para lograr serlo, se unifican las fuerzas productivas de Estado y Mercado en vez de presentarse como alternativas la una de la otra.
Propone ir más allá de Eliminar la dicotomía ideológica ‘izquierda o derecha’ o la económica de intervencionismo o libertad de empresa, y acabar el mito del Estado paquidérmico y burocrático que deja a la la iniciativa e inversión privada la capacidad de innovación y la de ser la fuerza dinámica del desarrollo; los riesgos que llevan al crecimiento por vía de la innovación nacen del sector público (cita como ejemplo la Internet y la GPS que permitieron el desarrollo empresarial del mundo de los móviles inteligentes y las apps, o que los países que encabezan la ‘revolución verde’ tecnológica -eológica y solar- es bajo el direccionamiento del Estado); por lo tanto lo equitativo y más productivo sería un modelo ‘simbiótico’ con mayor participación suya en los beneficios que se generan.
Cuestiona la narrativa convencional según la cual al Estado solo le compete invertir cuando el interés colectivo no motiva el interés privado (control de las externalidades o destinación a ‘bienes públicos’). Un estado apenas ‘administrador’ y no ‘emprendedor’ no requiere o atrae sino funcionarios que buscan su zona de confort y no tienden a asumir riesgos, y por eso la burocratización y la ineficiencia.
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Mazzucato propone cambiar la ‘narrativa’ de cómo son las funciones y la naturaleza de las relaciones que en cuanto al riesgo y el aporte en las innovaciones caracterizan al Estado y al sector privado
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En el fondo o en resumen lo que propone Mazzucato es cambiar la ‘narrativa’ de cómo son las funciones y la naturaleza de las relaciones que en cuanto al riesgo y el aporte en las innovaciones caracterizan al Estado y al sector privado. Esto como premisa para motivar al Estado a asumir una actitud más proactiva y más dinámica de liderazgo en el campo económico -especialmente en inversiones de riesgo-.
Lo que ofrece no son soluciones sino básicamente replantear dos planteamientos discursivos: uno, sacar la economía de las controversias de motivación ideológica; otro, corregir el mito del sector público frente al sector privado.
También ante estas dos interpretaciones sería deseable saber cuál ‘inspira’ a Petro.