¿Cuál sindicalismo clasista?

¿Cuál sindicalismo clasista?

Esa idea que tanto promocionan las fuerzas totalitarias no es más que una entelequia que quiere convertir al movimiento trabajador en correa de transmisión del comunismo

Por: Ariel Peña González
diciembre 14, 2018
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¿Cuál sindicalismo clasista?

Es una maña de la secta marxista-leninista confundir la lucha social, que es inherente a los seres humanos, con la lucha de clases, que es un sofisma del comunismo totalitario para crear una asimetría maquiavélica y así confundir a las personas y sembrar el odio, buscando satisfacer sus apetitos burocráticos. El “sindicalismo clasista” es una invención para vender la idea de que la doctrina de los trabajadores como por arte de magia es la marxista, lo que constituye un exabrupto que ofende la democracia, la independencia y el pluralismo, que son los pilares del movimiento de los trabajadores.

Las contradicciones entre el capital y el trabajo con las que se desgañitan los miembros de la gruperia mamerta recibieron una fuerte bofetada hace mas de 40 años, cuando el partido comunista chino se alió con las grandes transnacionales, especialmente las norteamericanas, para desarrollar una gran producción manufacturera en el país asiático. Lo anterior tiró por la borda la tan cacareada contradicción, ya que la esencia del marxismo es tener la hegemonía en el poder político sin importar el precio. Por eso Zhou Enlai y después Deng Xiaoping, líderes chinos, supieron discernir que la economía centralizada y estatista era un fracaso y tomaron el camino de la economía de mercado, lo que deja sin argumentos aquellos que todavía insisten en la discordancia entre el capital y el trabajo.

Así que los dogmas económicos y políticos del señor Karl Marx quedan desvirtuados con lo sucedido en la China y en otras partes del mundo. Es el colmo de la testarudez que una doctrina que desde sus comienzos en el siglo XlX fue repudiada por los trabajadores, pero que mediante la mentira y la violencia se tomó gobiernos en algunos países de la tierra en el siglo pasado, fracasando estruendosamente con la caída del muro de Berlín y la debacle de la URSS, insista en un sistema que para lo único que sirve es para montar camarillas genocidas y burocráticas que envilecen a los pueblos mediante el crimen y la tortura, como ocurre en Cuba, Norcorea, Venezuela y Nicaragua.

Entonces el “sindicalismo clasista” que tanto promocionan las fuerzas totalitarias marxistas no es más que una entelequia que pretende convertir al movimiento de los trabajadores en correa de transmisión del comunismo, quitándole su autonomía, siguiendo las enseñanzas de Marx, quien planteaba que los obreros no debían tener ideología sino conciencia de clase, lo que lleva a que los trabajadores con sus organizaciones se convirtieran en simples rebaños de las elites comunistas, negando el carácter libertario impreso desde los albores en las primeras luchas sindicales, siendo el caso más emblemático el de los Mártires de Chicago en 1886, quienes abrazaban los ideales anarquistas que eran contrarios al absolutismo marxista.

Hay que reiterar cuantas veces sea necesario que el marxismo jamás puede ser un precepto para la lucha de los trabajadores, ni mucho menos la brújula que guía hacia un mundo mejor, sino que como secta perversa lo que busca es subyugar a los pueblos mediante lineamientos totalitarios, que necesariamente conducen a la esclavitud política culmen del comunismo para avasallar a las naciones, como lo ha demostrado durante su tenebrosa existencia.

Las personas somos únicas e irrepetibles, así que hablar de clases degrada a cualquier ser humano a la condición de un zombi, que sin voluntad es conducido, por lo se debe desbaratar definitivamente el mito de la lucha de clases y por ende también desvirtuar el llamado “sindicalismo clasista”.

No se puede ignorar que en Colombia el marxismo-leninismo con sus bandas armadas ha sido uno de los principales predadores del sindicalismo, asesinando a cientos de líderes en las últimas 6 décadas, de ello se han encargado las Farc y el Eln principalmente, pero sin olvidar el magnicidio de José Raquel Mercado en 1976 presidente de la CTC por parte del M-19, quien con este crimen buscaba amedrentar a los dirigentes sindicales que no seguían las orientaciones del comunismo.

Por lo tanto el sindicalismo en toda su concepción tiene que ser democrático, obviando el término clasista.

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