Los candidatos de la llamada izquierda en Colombia están prometiendo cambios estructurales, pero ¿cuáles? Será para copiar el sistema de Venezuela o Cuba, que son rotundos fracasos sociales, económicos y humanos. Sin embargo, como a los seguidores de la estafa comunista del marxismo-leninismo, especialmente, poco les interesan los sufrimientos y la miseria de las masas, pues lo que quieren es el poder per secula seculorum, entonces buscan engañar a sectores atrasados.
Seguidores de la llamada izquierda dicen que gobiernos de esa corriente no han habido en Colombia en 200 años; sin embargo, si nos atenemos a la Revolución Francesa en donde surgieron los términos izquierda y derecha, nos encontraríamos con que en el siglo XlX, por ejemplo: los gobiernos de José María Melo y Tomas Cipriano de Mosquera con sus 4 periodos estarían inmersos en la izquierda. De la misma manera, en el siglo XX los 2 gobiernos de López Pumarejo se podrían señalar como de izquierda. Lo anterior, sin olvidar que López Michelsen siempre decía que su gobierno era de centro-izquierda. Como esos hay varios en los 2 últimos siglos. No obstante, otra cosa es el comunismo totalitario, secta criminal y burocrática, que cuando hace oposición se viste de izquierda y cuando se toma el poder se convierte en lo más ultraderechista, creando monarquías sempiternas como los Castro en Cuba o los Kim en Norcorea.
Además alegan que el comunismo totalitario o marxismo-leninismo, que ha demostrado hasta la saciedad ser enemigo de la humanidad, no ha gobernado a Colombia, pero también se podría decir lo mismo del nazismo y el fascismo que tampoco nos han gobernado. Eso no quiere decir que sean buenos y humanistas, más cuando la historia ha demostrado su maldad igual que el comunismo totalitario. Hay suficientes espejos de lo perverso que ha sido el marxismo, porque tanto el fascismo, el nazismo y el comunismo vienen de la misma matriz hegeliana que proclama al Estado como un dios siguiendo la consigna: “todo dentro del Estado, nada fuera de él”.
A los comunistas en la mayoría de los casos les da vergüenza presentarse como tal, y por eso utilizan diferentes máscaras. De ahí que algunos países latinoamericanos han caído en la trampa histórica totalitaria, pues los marxistas se han disfrazado con el socialismo del siglo XXl, el bolivarianismo, el indigenismo, el sandinismo, el progresismo o a veces se hacen llamar movimientos alternativos, también se les aplica el remoquete de castrochavismo, pero son la misma perra con diferente guasca, cuyos resultados son nefastos para los pueblos.
Si se trata de cambios, la historia es muy rica con personajes que prometieron eso y mucho mas, mediante grandes reformas y revoluciones, pero fue peor el remedio que la enfermedad, esas situaciones puntales se presentaron con Hitler en Alemania quien como un mesías prometió el cambio, la revolución y el socialismo, también Mussolini después de abandonar el partido socialista italiano como buen marxista fundó el fascismo para volverse más revolucionario, además no se puede olvidar a Fidel Castro que en Cuba surgió como el iluminado, que llevaría a los cubanos a la felicidad y prosperidad mediante el cambio de modelo, y ya sabemos cuáles han sido los resultados para la isla con el gobierno comunista.
Hugo Chávez en Venezuela proclamó el cambio con grandes transformaciones revolucionarias, y encontramos hoy un país empobrecido y calamitoso, con una crisis humanitaria que la bestia de Nicolás Maduro se niega a reconocer; todo esto en buen romance significa que el cambio prometido por ciertos sectores de lo que llaman izquierda es una entelequia, para engañar a las naciones y montar dictaduras comunistas oprobiosas.
Para algunos izquierdistas los sobornos de Odebrecht, empresa brasileña patrocinada políticamente por el foro de Sao Pablo, fueron en Colombia únicamente para la denominada derecha, pero eso es falso, porque en el caso de Bogotá se menciona un soborno de 5 millones de dólares para la adjudicación de contratos en la construcción del canal recolector Canoas, contrato que dio Samuel Moreno cuando era alcalde a la multinacional brasileña; siendo el carrusel de la contratación y de las coimas el común denominador de la administración de un alcalde del partido de izquierda Polo Democrático, lo que demuestra que la corrupción no tiene color político, y en esa materia ninguna organización partidista puede arrogarse ser la dueña de la lucha anticorrupción, porque los casos están a la vista.
Lo que se conoce como izquierda comenzando por la marxista-leninista se desgañita diciendo que las organizaciones sociales y sindicales hacen parte de sus activos, lo cual es otra falsedad, pues en estos sectores debe de primar el pluralismo ideológico que no permiten que sean correas de transmisión de ningún partido, a lo que se debe agregar que en muchas oportunidades el comunismo totalitario ha sido el principal verdugo de los trabajadores a nivel mundial y nacional.
No se puede olvidar que de los más de 3000 sindicalistas asesinados durante el conflicto político-militar, se estima que el 50% fueron víctimas de las guerrillas, comenzando por José Raquel Mercado presidente de la CTC (confederación de trabajadores de Colombia), quien fue secuestrado y ultimado por el M-19, grupo armado de procedencia marxista en 1976, cuyos principales jefes habían militado en las Farc. En esas condiciones no hay motivo para decir que el comunismo totalitario con la llamada izquierda posee la paternidad de las organizaciones sociales y sindicales.
El cambio que promete la denominada izquierda con sus diferentes candidatos y grupos en las elecciones de 2018 es otra trama para atraer incautos, ya que hay que mirar al vecindario para saber que sus correligionarios del chavismo llevaron a la ruina total a Venezuela, el país más rico de la región. El comunismo tiene la facultad de convertir la riqueza en miseria, para que las masas se vuelvan más dúctiles al régimen totalitario. Así que los colombianos no debemos hacer caso a los cantos de sirena ni a falsos mesías, que con fantasías comunistas engañan a los pueblos.