A solo unos días de elegir a los alcaldes, gobernadores, concejales y diputados que a partir del 1 de enero de 2016 tendrán a cargo responsabilidades, esa es la gran pregunta.
En las tantas definiciones y conceptos sobre los modelos de democracia, una de ellas dice que "las decisiones se toman según la opinión de la mayoría”. Así es y debe ser, pero sucede que la gran preocupación es qué hacen y cómo lo hacen los candidatos para lograr que la mayoría los elijan.
Y es que cuando aparecen las tales “alianzas”, “adhesiones”, “renuncias”, de candidatos y de los tales “partidos” como ciudadano me asaltan las dudas porque entonces me pregunto: ¿Dónde está entonces la tal “coherencia” de quienes desean ser los “líderes” de los interés de la sociedad? ¿Por qué cuando inician su “proselitismo” se hacen juramentos y promesas de “no defraudar” “sus principios y a los posibles electores”?
Son muchos los ejemplos que existen seguramente, pero lo más lamentable es que se volvió común cambiar de candidato, de paertido, de color, de discurso... en fin. Y otra práctica común por estas semanas previas es escamparse en aquellos que, según las encuestas de intención, pueden tener alta probabilidad de ser elegidos.
Y a todo lo anterior hay que sumarle las “promesas”, pero aquellas sustentadas en la práctica del “deporte por excelencia” de varios candidatos de esta previa electoral: Politiquear. Algunas de las definiciones de la RAE : “Hacer política de intrigas y bajezas”.
Con todo un escenario como el descrito, entonces, por eso la pregunta:
¿Cuál es la verdadera responsabiidad que tendrán los candidatos con los ciudadanos que los elegirán el próximo 25 de octubre? Estará clara la responsabilidad con los votantes o la responsabilidad será con los favores, el amiguismo, salvavidas políticos o los referentes politiqueros?
En todo caso, señores candidatos, quienes los eligen son quienes tienen derecho a exigir, cuestionar y hasta pedir revocatoria, así que no tienen por qué molestarse cuando estén en tela de juicio.