Hace diez años, visitando el municipio de Repelón, Atlántico, a la orilla de la ciénaga El Guájaro, principal cuerpo de agua de este departamento alimentado por el canal del Dique, lo primero que observé fue una valla inmensa que decía: la fibra óptica llega a Repelón. La sorpresa fue que el municipio no contaba con alcantarillado.
Fibra óptica es un gran adelanto, ¿pero instalarla antes de resolver el saneamiento básico, asunto prioritario de cualquier asentamiento humano moderno?
En las mismos andadas estaría el burgomaestre Jaime Pumarejo. Uno de los proyectos bandera de la Alcaldía Distrital es un Ecoparque en la ciénaga de Mallorquín, humedal de importancia estratégica que hace parte del Convenio Internacional Ramsar de humedales ubicada en la zona deltaica del río Magdalena, imbricado al mar Caribe y en cercanías de Bocas de Ceniza, donde el gran Río Yuma rinde sus aguas a la mar océano. Mallorquín es un complejo ecológico, rodeado de bosque manglar, con especies ictiológicas y fauna y flora en deterioro por la creciente contaminación.
En 2018, el Laboratorio para el Medio Ambiente, LIMA S.A.S., hizo un diagnóstico por encargo de la Corporación Autónoma Regional del Atlántico, CRA, y demostró que sus aguas no son aptas para el consumo humano, debido a que no cumplen con los parámetros de calidad exigidos por la normatividad vigente.
El estudio caracterizó las condiciones fisicoquímicas, microbiológica e hidrobiológica y encontró que son las aguas del arroyo León una de las principales fuentes de contaminación de la ciénaga de Mallorquín, además del río Magdalena, con el cual está conectada, que trae buena parte de la polución del país. Agrega la investigación que la situación es más grave aún por la presencia de bacterias con alto grado de contaminación por materias fecales, tales como enterococcus y pseudomonas, patógenos que causan diversa variedad de infecciones, y que los valores de coliformes doblan las cifras límites para uso industrial.
El arroyo León recoge aguas servidas desde los municipios de Baranoa y Galapa antes de llegar a la ladera suroccidental de Barranquilla, donde existe una estación depuradora de Aguas Residuales, EDAR, en el barrio El Pueblo, la cual, según Osvaldo Castillo, presidente de la Asociación de Ingenieros Químicos del Atlántico, se ha visto desbordada por un crecimiento exponencial de la población en los últimos años, por lo que las aguas llegan al arroyo León y a la ciénaga de Mallorquín con altos niveles de contaminación.
La CRA aprobó desde 2017 un plan de saneamiento y manejo de vertimientos para el sistema de alcantarillado sanitario de Barranquilla para el periodo 2016-2026, en el cual se incluyeron medidas de mitigación sobre la ciénaga de Mallorquín como la construcción de una planta de pretratamiento de aguas residuales y estación de bombeo, un colector, una línea de impulsión de aguas residuales y un emisario subfluvial de cinco kilómetros en el río Magdalena.
Líderes sociales han señalado que estas acciones son insuficientes, porque muchos barrios carecen de redes de alcantarillado y siguen vertiendo las aguas residuales al arroyo León sin ningún tratamiento y así siguen llegando a la ciénaga de Mallorquín.
Otro asunto espinoso está relacionado con que el alcantarillado actual del corregimiento La Playa de Barranquilla, ubicado en todo el corredor de la ciénaga de Mallorquín, construido hace veinte años, es totalmente inadecuado para servir a su creciente población y, además, a otras miles de familias que viven en gran cantidad de edificios de Villa Campestre y en la carrera 51 B, en jurisdicción de Puerto Colombia, cuyas aguas servidas van directamente al alcantarillado de La Playa, que esta colapsado, a pesar de una planta de tratamiento totalmente insuficiente, y que vierte directamente al cuerpo de agua.
A grandes males, grandes remedios. No se trata de hacer oposición sin fundamento a proyectos importantes como el ecoparque en la ciénaga de Mallorquín, pero sí tener en cuenta las situaciones descritas, que deben ser prioritarias.
De ellas se habla en el proyecto multimillonario de $300 000 millones de pesos provenientes de endeudamiento con el BID, que tendrán que ser pagados por los contribuyentes vía impuestos, con siete grandes intervenciones: saneamiento del recurso hídrico de la ciénaga de Mallorquín y del ecosistema natural, desvío y tratamiento de las aguas negras y vertimiento de las mismas al río Magdalena mediante un emisario subfluvial, freno a invasiones y contaminación y vinculación de la comunidad del corregimiento de La Playa al desarrollo del sector, ecoparque entre el corregimiento La Playa y el barrio Las Flores, playa de Puerto Mocho, Paseo peatonal y tren turístico del tajamar occidental a Bocas de Ceniza.
Muy importante que la ciudadanía vigile el desarrollo de este mega proyecto de recuperación de la ciénaga de Mallorquín, como los senderos ecológicos y construcciones palafíticas, sitios de avistamiento de aves y demás desarrollos, pero que previamente sean resueltas las prioridades de saneamiento básico y alcantarillado decente para los miles de habitantes del corregimiento La Playa y del barrio Las Flores de la capital del Atlántico.