En lo siguientes meses se verán pronósticos de crisis económica en todo el mundo, ya el Banco Mundial, el fondo monetario internacional y diferentes autoridades económicas prevén una caída del PIB y una desaceleración de las principales económicas del mundo producto de la inflación elevada, los altos tipos de interés y las mismas expectativas de crecimiento.
Desde muchos puntos de vista, el pronóstico de la nueva crisis es desalentador. Sin embargo, hay un panorama que puede serlo aún más.
La alta inflación y los costos de producción llevarán a una recesión de corto plazo que deberá solucionarse con reformas fiscales estructurales y una política monetaria casi milimétrica, pero la crisis de largo plazo de crecimiento económico puede no tener solución prontamente.
En la literatura económica es bastante conocida la relación entre el aumento de capital humano y el crecimiento económico, el capital humano desde muchos ámbitos se ve como la mejor manera de generar tecnología, innovación, movilidad social y, lógicamente, productividad laboral.
El capital humano se divide en capital humano general y capital humano específico, el primero hace referencia a las calificaciones recibidas en el sistema educativo formal que es un proceso de largo plazo en el cual desde la niñez se tiene que hacer una gran inversión privada y pública para que cada vez más personas lleguen a niveles profesionales de educación.
Por su parte, el capital humano específico se genera desde las capacitaciones y la experiencia misma la cual sea desde la inserción laboral especialmente en empleos formales.
De esta manera se generan dos problemas estructurales, por un lado el desempleo joven y su pobre dinámica de inserción al primer empleo y la crisis educativa. Me centrare en esta última.
Es tan preocupante el problema que el mismo Banco Mundial ha denominado una crisis silenciosa porque la pandemia género retroceso educativo a nivel mundial y, como es común en el sistema económico actual, esto afectó a las personas y a los países más vulnerables lo que lógicamente podría ampliar las brechas de desigualdad laboral de ingresos y las brechas de crecimiento económico en el futuro.
En este sentido, hay algunas cifras realmente alarmantes que da la UNESCO donde plantea que la pérdida de aprendizaje y competencia debido al cierre de las escuelas puede llegar a generar pérdidas de 17 billones de dólares (en valor actual) en el ciclo de vida de la población, lo que equivale aproximadamente al 14% del PIB mundial.
Estos efectos negativos en la acumulación de ingresos por la pérdida de capacidades y los retrasos en los aprendizajes se están dando en los países de ingresos medios y bajos dónde alrededor del 50 % de los niños están afectados por este problema y se prevé que llegue a un 70 %.
En América latina y el Caribe en el 2021 cerca de 120 millones de niños en edad escolar perdieron o podrían perder un año escolar completo en el calendario escolar normal, por lo que el Banco Mundial ha hecho un llamado a disminuir lo que denominan la pobreza de aprendizaje que definen como el porcentaje de niños de 10 años que son incapaces de leer y comprender un texto sencillo, puesto que calculan que a esta magnitud de cierre de las escuelas se podría pasar del 51 % al 63 % de niños que tengan esta pobreza aprendizaje, es decir unos 7,6 millones más de niños en la región.
Estas cifras claramente son angustiosas, no solo por su aumento, sino por las bases ya establecidas en las mediciones lo que indica que más de la mitad de los niños en el futuro solo tendrán un rezago aprendizaje y fuertes limitaciones en la movilidad social puesto que, no van a adquirir las habilidades suficientes para tener trabajos formales que les permitan acumular ingresos y activos para salir, muchas veces, de las trampas de pobreza o de vulnerabilidad.
Además, se va a ampliar aún más la desigualdad dentro de la misma región y dentro de cada país, entre personas que tienen acceso a la educación de forma más resiliente, y las personas que ni siquiera tienen acceso a la educación aun con las escuelas abiertas.
Por último, más allá de las ya notables pérdidas en el crecimiento económico y los ingresos medios de los hogares, estamos hablando de millones de vidas que van a tener serias dificultades para salir de la pobreza o que van a tener altas probabilidades de caer en ella, por no ponerle atención a un problema estructural y de largo plazo como la acumulación de capital humano, el cual requiere de una inversión constante y alta dentro de cada país independientemente del Gobierno que esté de turno.
La sociedad actual está afrontando en estos momentos una coyuntura compleja en términos educativos que se une a una visión poco relevante de este problema para varios gobiernos de la región, los cuales lógicamente se centran en los problemas económicos actuales, pero no ven el problema de largo plazo tan grande que se le viene América Latina y el Caribe.
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