¿Cuál es el quid de la Paz Total?

¿Cuál es el quid de la Paz Total?

Si no decidimos hacerle minga a la erradicación de la cultura traqueta que guía los actuales destinos de muchos territorios de Colombia, será imposible hablar de paz

Por: Omar Orlando Tovar Troches
junio 26, 2024
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¿Cuál es el quid de la Paz Total?

Es necesario que la sociedad civil sea escéptica de lo que cree que sabe y esté abierta al asombro de lo que va cambiando; que esté dispuesta a revaluar supuestos y percepciones. Andréi Gómez*  

Antes de exponer algunas reflexiones sobre una de las apuestas políticas más ambiciosas del gobierno nacional de Colombia, en cabeza del presidente Gustavo Petro, es necesario indicar que estas líneas no pretenden cosa diferente que plantear los humildes puntos de vista de un ciudadano confundido, habitante de una de las zonas más afectadas por los impactos de la perenne guerra colombiana. 

Nada más colombiano que expresar rechazo o aprobación instantánea a cualquier propuesta, de acuerdo con las pulsiones de empatía o antipatía que genere quien haga tal o cual planteamiento alrededor de asuntos que afecten a la sociedad en general. Estas sensaciones de aceptación o de repulsa sobre temas como la paz, están soportadas en el histórico analfabetismo de los asuntos del estado que tenemos la mayoría de los colombianos y en la desinformación proporcionada por sectores de la sociedad que, en pleno siglo XXI, le apuestan a la Ley del Talión (ojo por ojo y diente por diente) para resolver los conflictos, como medio para acceder al poder o para mantener un estado de cosas que les ha beneficiado, pero que  ha condenado a la exclusión y a la violencia a millones de paisanos y paisanas. 

La propuesta de avanzar en una estrategia diferente para lograr la pacificación de Colombia, necesariamente, tenía que enfrentar los ataques de los integrantes de unas poderosas minorías que, aparentemente, distintas en su conformación y métodos de lucha, se han hermanado para impedir que la propuesta de Paz Total pudiera tener algún grado de aceptación entre una sociedad acorralada por las distintas formas de violencia que, históricamente, han ocasionado estas mismas minorías. 

Con tal de mantener el statu quo que los beneficia, consistente, por un lado, en el mantenimiento del poder político administrativo local y regional de los grupos políticos de derecha, que a su vez mantiene el actual modelo económico que beneficia únicamente a unas élites dueñas de la riqueza del país y por el otro; la continuación del modelo de economías ilegales que les permite tener control militar, territorial, político y económico a los grupos armados ilegales, urbanos y rurales; estos nuevos mejores amigos se han dedicado, cada uno, desde sus orillas y con sus armas preferidas, a torpedear la Paz Total y a postergar la esperanza de cambio de las mayorías. 

En este punto, el mayor obstáculo para que la gente del común entienda la apuesta de la Paz Total, lo ponen los medios tradicionales de comunicación, quienes en juicioso acatamiento de las órdenes de sus dueños, implementan una campaña de desinformación y terrorismo mediático, que vale la pena volver a describir. 

El primer paso de esta estrategia de desprestigio de la propuesta de paz del Pacto Histórico ha sido la del terrorismo mediático, ya utilizada anteriormente en contra de algunos mandatarios locales, y que se caracteriza por incrementar la percepción de inseguridad en los centros urbanos para endilgarle al mandatario nacional la culpa del desorden local.

De manera simultánea a la grosera reiteración de videos de seguridad, en los noticieros de las cadenas privadas de televisión, los antiguos enemigos del santismo, se han dedicado al ocultamiento de los grandes errores cometidos por los gobiernos de Juan Manuel Santos y de Iván Duque. Respecto al primero de ellos, es indispensable recordar que no fue capaz de hacer eso que hoy le critica a su sucesor, esto es, dar a conocer e impulsar entre la ciudadanía el Acuerdo de Paz Estable y Duradera que alcanzó a firmar con las FARC-EP y que, sin embargo, no contó con el respaldo de las mayorías en las urnas, a pesar de su premio Nobel de Paz.  

En cuanto al segundo sucesor de Álvaro Uribe en el gobierno colombiano, los medios de comunicación han negado y ocultado de manera constante, su sospechosa ineficiencia en dar cumplimiento a lo pactado con las FARC y su permisividad con los enemigos de la paz, como el exfiscal Néstor Humberto Martínez y miembros de su partido, en el sabotaje sistemático al proceso de paz recién firmado, favoreciendo con esta estrategia, los actos de violencia en contra de los firmantes, así como propiciando un gran sentimiento de decepción entre quienes le apostaron a este proceso, a punto tal, que el clima de violencia e inseguridad en territorios como el Cauca, Arauca, Nariño, Choco, Meta y el Bajo Cauca Antioqueño se degeneró a los actuales estados, durante el transcurso de su gobierno. 

En ambas orillas (la armada y la civil), los enemigos de la paz tuvieron aliados en la gran prensa nacional de Colombia para que la Paz Total no encontrara un ambiente propicio entre la sociedad civil y que, por el contrario, se la descalificara, aún sin empezar a desarrollarse.  

Aceptando que es posible el actual gobierno nacional haya cometido errores al implementar esta estrategia de paz, como la inadecuada designación de los Altos Comisionados de Paz y de uno que otro integrante de las comisiones negociadoras; desde mi muy humilde perspectiva, creo que el verdadero quid de la Paz Total está en acertar en una profunda lectura de las actuales condiciones objetivas y subjetivas de la violencia en los territorios, para pasar de la vulgar simplificación de las conflictividades a una verdadera comprensión del gran problema que significa el enquistamiento de la narco cultura en el modelo socioeconómico colombiano y que tiene a la guerra como su fundamento social, político y económico.  

Si no decidimos hacerle minga a la erradicación de la cultura traqueta que guía los actuales destinos de muchos territorios de Colombia, será imposible hablar de paz. 

 *Cofundador de Rodeemos el Diálogo (ReD), profesor investigador en el Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester e investigador asociado de PostiveNegatives en Soas, Universidad de Londres. Se doctoró en relaciones internacionales en la Universidad de Sussex

 

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