¿Cómo sería el tren que comunique a Santa Marta, Barranquilla y Cartagena? Es la pregunta de un artículo publicado en el periódico El Tiempo. Se habla de que el costo del diseño de este proyecto es de unos 5197 millones de pesos.
Findeter es la entidad que ejecutaría el proyecto, financiado con los recursos de las regalías. Los gobernadores Elsa Noguera (Atlántico) y Vicente Blel (Bolívar) sacan pecho y expresan: “Los estudios de prefactibilidad son un gran paso hacia la meta de hacer a la región más competitiva, con más oportunidades de comercio y de reactivación económica”
Al respecto, fueron injustificadas las declaraciones del Senador José David Name, cuando expresó sin dolerle el alma, lo siguiente: “El motivo para que el departamento de La Guajira no estén (sic) en el estudio que se contrató a través de la OCAD Caribe, es porque La Guajira ha tenido unas dificultades; usted sabe que tuvo varios gobernadores encargados, varias elecciones y esa se tomó hace un año y en ese momento tenían unos problemas de gobernabilidad”.
Él mismo a través de un Twitter señalaba lo siguiente: "Mirar hacia la región Caribe es prioritario para tocar el creciente fenómeno de pobreza que hay en el país".
En el documento Pobreza y desigualdad en la región Caribe colombiana: ¿Cómo recuperar la senda del desarrollo sostenible? del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2021, se advierte que La Guajira seguiría siendo el departamento con mayor incidencia de pobreza y pobreza extrema.
Pese a la advertencia hecha por la PNUD, el senador José David Name se excusa de incluir al departamento de La Guajira en los estudios del OCAD, bajo un argumento de ingobernabilidad que la corrupción ha generado.
Es decir, que en las manos de los corruptos centralistas están el desarrollo de los pueblos, pero irónicamente, la misma corrupción los excluye.
Este mismo argumento, lo utilizó Aurelio Irragori Valencia, con relación a los recursos para la continuidad en la construcción de la segunda fase del río Ranchería. En su momento expresó lo siguiente: “por peleas internas y egoísmos entre diversos sectores no fue posible invertir esos dineros en el departamento y me tocó enviarlos al Atlántico, perdiéndose la oportunidad de iniciar la obra”.
Sin embargo, para el proyecto de inundar a La Guajira de aerogeneradores no les tiembla el pulso a sabiendas de los daños que ya está ocasionando en las llamadas guerras claniles.
El departamento de La Guajira hace décadas es la “joya de la corona” de la nación, pero lo que el centralismo nacional y ahora el centralismo barranquillero no van a permitir es que se convierta en un propósito de país (Frías, 2019).
Es mejor convertirla en una tierra de nadie y mantenerla enterrada en la pobreza. Esta es la razón por la cual, no se escucha en el gobierno central el grito sordo del desierto.
Riohacha, hoy convertida en distrito, sigue siendo una ciudad en etapa de gestación, como todo lo de esta hermosa tierra, seguimos esperando la mesa de cooperantes (Ecopetrol, Shell, Turkish, Promigas y los empresarios de los Emiratos Árabes) que supuestamente aportarían para el desarrollo de la ciudad de Riohacha de esto hace unos ocho años… algún día… algún día.
Un zarpazo tras otro, es lo que ha impedido el desarrollo en La Guajira. Cuando se hablaba de una nueva bonanza de los hidrocarburos costa afuera, como resultado de la proyecciones 2016-2025 realizada por la UPME, donde se evidenciaba que la cuenca de La Guajira (Chuchupa, Ballenas, y Riohacha) mostraba reservas probables hasta de un 35.7% y esta tierra se levantaba como despensa energética de Colombia, inmediatamente surge Barranquilla promocionada desde el Ministerio de Minas y Energía , la Cámara de Comercio de Barranquilla y la Andi, como un centro de soporte de los servicios que requiere el desarrollo de la industria costa afuera.
La Guajira, esa que se mete hasta el mar así, como si pelear quisiera, como engreída como altanera quedaba por fuera.
A La Guajira le queda el trabajo de iniciar una política que nos permita generar un sentido de pertenencia por esta tierra, que impida la “huida” de los guajiros hacia otras regiones, bajo el argumento de que aquí no hay esperanza.
Realizar una formación en nuestra sociedad (niños, jóvenes y adultos) que impida ver en los corruptos personas hábiles e inteligentes y, además, merecedoras de llegar a los puestos donde se administran recursos de inversión pública.
Forjar una cultura política, para desmitificar aquello de que una persona para aspirar a un cargo público se le mide por los vínculos familiares y económicos, y no por sus principios éticos, por su honradez y por su capacidad de administrar.
Por último, no desfallecer y tener siempre presente que somos como el cardón guajiro, que no lo marchita el sol (Leandro Díaz).