Con motivo de la realización en la ciudad del Congreso de Juristas y la llegada de un miembro de la monarquía inglesa en días pasados, mucho se habló de la democracia en Colombia, su vetustez, sistematicidad, etc.
Supongo tal afirmación, se debe al observar los principios del sistema democrático, adoptados en nuestro territorio, tales como la división de órganos de poderes públicos, elecciones libres cada cierto tiempo determinado, unas fuerzas armadas defensoras del territorio, pero no se tiene en cuenta la otra cara de la moneda.
Cual democracia, cuando organismos internacionales serios, dicen ser nuestro país uno de los más injustos del planeta, agregándose, las muertes diarias de defensores de derechos humanos, un territorio olvidado donde no tiene presencia el Estado, tránsito de terroristas, paramilitares, narcotraficantes, exguerrilleros, criminales de toda laya, par temor y temblor de sus habitantes.
Gran cantidad de tierras en pocas manos, sin pagar los impuestos correspondientes, mientras centenares de campesinos carecen de un palmo para sembrar una mata, y otros hechos largos de enumerar, y si democráticamente se protesta en las calles, delincuentes de cuello blanco disparan contra las multitudes, con la complicidad de la fuerza pública, esta también lo hace a los ojos de los marchantes, en síntesis, tortura, desapariciones, muertes.
Digamos pues la verdad, real democracia no existe, construyámosla a partir del 2022, para que tenga sentido su significado, o sea, poder y fuerza de las mayorías, respetando el derecho de las minorías.