Inicia el dos mil dieciocho (2018), luego de fatigoso e inesperado año anterior; la situación que deja el 17 es bien que contradictoria, si se quiere, deprimente. Veamos: los signos económicos no arrancan, las calificadoras así lo resaltan; miren ustedes: “Standard & Poor's, Fitch Ratings y Moody’s son las tres calificadoras encargadas en Colombia de monitorear los avances de la economía y establecer una nota con la que los inversionistas podrán medir el grado de riesgo para entrar a analizar si es conveniente invertir o no. (…) Entre los factores (…) el "riesgo soberano", el "riesgo económico", el "riesgo político", el "riesgo social" y el "riesgo internacional", en el largo y el corto plazo. (…) Standard & Poor's y Fitch Ratings mantienen una perspectiva “negativa” hacia el país, mientras que Moody’s considera que está “estable”; sin duda, la visión es negativa; los azotes que ha padecido la institucionalidad derivados de la implementación del o, de los Acuerdos de Paz, están en la retina de los colombianos, no solo, en el quehacer del Congreso de la República, sino en los avatares en que se ha sumergido la Corte Constitucional; es de recordar: el Acuerdo de Paz, suscrito por el gobierno y la guerrilla que además ha permitido su desarme y la reincorporación, debe pasar por la aprobación de los canales institucionales, de allí su legitimidad o su ilegitimidad; lo que significa que el Acuerdo no constituye un reemplazo de la Constitución Política, sino que al contrario, debe ajustarse a ella; pero no ajustando la Constitución al Acuerdo, sino el Acuerdo a la Constitución; jamás se han reemplazado los poderes públicos, ni su autonomía; situación contraria constituye un imposible, político y, obvio, jurídico; razón para que se opine: “Un informe del Observatorio de Seguimiento a la Implementación del Acuerdo de Paz revela que el proceso apenas ha avanzado en un 18 %. Y concluye que salvar lo pactado requiere del liderazgo del presidente Santos y la participación decidida de la sociedad, en la convocatoria a un “Acuerdo Político Nacional” que involucre a las fuerzas políticas y sociales del país, incluidos quienes aspiran a la Presidencia”. Sí, señoras y señores falta, sin duda, el nervio del debate; así como el desarrollo y la puesta en funcionamiento de la JEP o, Justica Especial para la Paz, sobre la cual hemos expresado nuestras sentidas preocupaciones.
La protección a los defensores de los derechos humanos: “(…) avanzar de forma más robusta en las medidas de seguridad y protección para los excombatientes de las FARC, los defensores de DDHH y las comunidades en los territorios, con especial atención a aquellos que han asumido roles de liderazgo en la implementación del Acuerdo. (…)”; la recomendación supera cualquier distracción gubernamental en la materia.
La lucha contra la corrupción, comenzando por el lamentablemente llamado ‘Cartel de la toga’, no solo es prioridad sino deber estatal; la sociedad se asfixia, cuando existen muchas noticias y, ningún resultado real o, por lo menos creíble.
En toda la geografía del país, esas son las preocupaciones. Así que el año abre con expectativas, pero con pesimismo; ‘la enfermedad no se encuentra en las sábanas’, como se dice en el mundo de los dichos y refranes que son bien sabios.
El año abre con expectativas,
pero con pesimismo
El dos mil dieciocho un año crucial: (i) los fenómenos de preocupación latentes; (ii) la inversión interna e internacional expectante; (iii) una época de campañas electorales, para el Congreso de la República y, la Presidencia; (iv) el juego de poder sobre el Acuerdo de Paz; (v) la estabilidad en lo implementado; (vi) el costo económico de la implementación; (vii) el costo institucional que ella pueda producir; (viii) las propuestas de un país en el ‘nuevo horizonte’ propuesto por el gobierno saliente; en fin, (ix) los nuevos descubrimientos sobre la corrupción.
Crucial el dos mil dieciocho; todo está por definirse; ojalá nos alcance el tino, la entereza republicana; el país en juego.
Feliz año.
Ahhh: Lindo Boyacá, como siempre; lástima sus carreteras internas en mal estado.