Crónica de una noche en un prostíbulo de Bogotá

Crónica de una noche en un prostíbulo de Bogotá

"La oferta supera la demanda: son mas las mujeres dispuestas a prostituirse que los hombres que pagan por el acto de copular"

Por: Andrés Garzón
enero 31, 2016
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Crónica de una noche en un prostíbulo de Bogotá
Crédito: Directo Bogotá

Lo que comenzó como un estudio de mercado al analizar el negocio de la prostitución se convirtió en una fogosa enseñanza. Exóticas luces, mucho trago y mujeres semidesnudas, animan el clima incitando al sexo y consumo de drogas al interior de un prostíbulo en el sector mas famoso de Bogotá. Se vive un ambiente muy diverso: los meseros ofreciendo 'perico', el DJ ofreciendo 'show lesbian' a cambio del consumo de botellas de aguardiente. Las miradas coquetas de las trabajadoras sexuales, son la introducción al cálido lugar.

La promesa de venta es directa y concisa: sexo a cambio de dinero. El costo oscila entre treinta y cincuenta mil pesos; una cerveza cuatro mil, una botella ochenta y una “felpa” diez o veinte. Pero no es lo que parece; se pensaría que el negocio es próspero por la necesidad sexual del mercado masculino, pero al observar detalladamente, la oferta supera la demanda, es decir, son mas las mujeres dispuestas a prostituirse que los hombres que pagan por el acto, ¡por copular!.

Una mujer nos comentaba que atendía entre dos y ocho hombres en una noche; pero en un tiempo aproximado de dos horas apenas dos hombres subieron a los cuartos para concretar el negocio (de los casi 40 que estaban en el sitio). La mayoría de mujeres estaba en pie esperando a que algún 'valiente' las llamara, otras tantas bebían con sus clientes y algunas bailaban; todo esto acompañado de un baile exótico en la pasarela central con una o dos participantes haciendo show de striperss, ¡toda una fiesta!.

En general la ocupación de las trabajadoras sexuales en su labor principal (-sexuar-) es apenas de un 20% o 21% del tiempo que permanecen en el lugar. Entonces surgía una duda: ¿cual es la necesidad que suple este negocio?. -Bueno, para las mujeres es más claro, “de algo hay que vivir” dogmáticamente nos aseveró una de las “psicologas del amor”.

Mientras fumaba un cigarrillo y tomaba una cerveza dentro del sitio (cosa que en la mayoría de locales está prohibido, sin hablar de las drogas que allí expenden) varios clientes entraban y salían. Incluso un par de mujeres que a juzgar por sus atuendos no trabajan allí. Entonces concluiría que lo que venden es la sensación de “libertad” y es que sin importar que haga alguien allí, a los demás parece no importarle. - hasta con ganas de volver.

Pero mas allá del tabú sexual se evidencia que para algunos se suple la necesidad de compañía, puesto que tomaban, bailaban, hablaban con las damas (con edades entre los 18 y pasados los 40) y pasadas las horas resolvían irse, en contados casos dejando una propina a sus compañeras. Y es que no ha de ser fácil para ellas lidiar con un borracho a las 2 de la mañana.

Pero en definitiva es un bajo mundo bastante malinterpretado, lleno de matices, ilegalidad y fiesta, mucha fiesta.  Y es que hasta gusto me dieron haciendo sonar Personal Jesus de Depeche Mode. Un poco costoso pero dinámico y abierto a cualquiera.

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