Crónica: Recorriendo la felicidad

Crónica: Recorriendo la felicidad

Por: Alfredo Lugo Ortiz
febrero 04, 2014
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Crónica: Recorriendo la felicidad
Imagen Nota Ciudadana

Al salir de la oficina me sentía agotado y sin mucho ánimo de hacer algo, después de un día muy pesado en lo único que pensaba era descansar, pero también rondaba en mi cabeza la idea de tomar un trago para relajarme un poco y olvidar los problemas de esa semana. Una compañera del trabajo me invitó a tomar algo, aunque no tenía la mayor intención, acepté. Nos dirigimos hacia una de las zonas más conocidas en la ciudad, donde se encuentran los sitios de moda si de rumba se habla.

Llegamos a un lugar muy singular, su decoración tenía sombreros, varas, libros y todo aquello alusivo a la magia. Como primera impresión me pareció interesante la idea temática del sitio, pensé que esto podría ayudarme a salir de la rutina. Pedimos un coctel cada uno y comenzamos a charlar sobre la vida, el trabajo, los amigos y todo tema que se nos ocurriera. Así transcurrimos más de 4 horas con varios tragos vacíos en la mesa.

Sin embargo no me sentía complemente tranquilo, había algo que no me dejaba relajarme como lo hubiera querido. Mi compañera recibió una llamada de una amiga, quien la invitó a un nuevo sitio para ir de rumba a unas pocas cuadras del lugar donde nos encontrábamos, me preguntó si me parecía bien ir al lugar donde la habían invitado y sin ninguna objeción accedí con gusto.

Caminamos durante unos minutos por la zona, la cual estaba completamente llena de personas en busca de diversión. Había sitios para todo gusto y presupuesto. Al pasar, miraba toda la gente que estaba en la calle esperando para entrar a los diferentes bares, todos parecían felices, como si ese momento fuera lo más importante en sus vidas. Las mujeres se veían muy bellas y los hombres orgullosos de su compañía.

Al llegar al lugar divisé una enorme fila para ingresar, toda la gente se veía ansiosa y preocupada en caso de que les negaran la entrada. Esperamos durante cinco minutos y la amiga de mi compañera de trabajo bajó por nosotros e ingresamos al sitio sin ningún tipo de restricción.
Llegamos a la mesa donde había tres hombres y dos mujeres de muy buen aspecto, todos se veían felices por estar en este sitio, compartimos con todos un rato, comenzamos a beber y a bailar, y por fin me estaba sintiendo un poco aliviado y contento.

A eso de las 12 de la noche ingresó una mujer al bar que atrajo todas las miradas, era inevitable no prestarle atención, sus ojos azules hacían que todos los hombres quisieran tenerla y todas las mujeres la envidiaran. Su pelo rubio y crespo llegaba hasta la cintura, llevaba un vestido muy corto que dejaba poco a la imaginación. Era tal su belleza que nadie podía quitarle la mirada, las mujeres estaban molestas por la atención que tenía esta mujer de todos los hombres.

La acompañaba un hombre bastante mayor, tal vez unos sesenta años, y aquella mujer no revelaba más de veinticinco años, algo usual en nuestro país. Nadie los miraba extraño, nuestro mundo ya nos tenía acostumbrados a ver estas parejas. Aquel hombre tenía aspecto de tener dinero y poder, y además caminaba orgulloso con aquella dama que captaba la atención de todos los asistentes.

Se sentaron en una mesa preferencial para los mejores clientes junto a unos cuantos amigos que los acompañaban. Me dedique a verla y detallar su belleza. Era evidente que toda su ropa era de las mejores marcas y que tenía en su poder todo el dinero que quisiera.

Seguimos bailando en nuestra mesa y disfrutando de la rumba, pero no podía evitar mirarla y tener muchas incógnitas en mi cabeza. Al verla bailar era notorio que no estaba completamente a gusto en este lugar, había algo en su rostro que mostraba desespero y tristeza, parecía un trofeo frente al hombre que la acompañaba, solo una muñeca para mostrar su belleza.

De repente la vi mirando constantemente hacia otra mesa, allí se encontraba un hombre de unos 30 años y bastante apuesto, era evidente la atracción entre ellos. Al transcurrir la noche las miradas se hicieron constantes y sin ningún reparo se dirigió cerca a él, señalándole el fondo del sitio e invitándolo a bailar, su acompañante en ningún momento se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.

Sus miradas mientras bailaban reflejaban el deseo del uno hacia el otro, aquella mujer no tenía ningún temor de ser descubierta, solo disfrutaba el momento. Cada vez acercaban más sus cuerpos y sus rostros, tenían una conexión única y estaban felices de hacerlo.

La mujer se acerca al oído y se aleja del lugar, pero aquel hombre tenía una cara de felicidad y satisfacción que era muy predecible lo que había dicho esta hermosa mujer. De nuevo se sentó en su mesa con el hombre mayor que la acompañaba, su cara ya no era triste, por el contrario se notaba muy feliz de lo que había hecho.

Una hora después el apuesto hombre bajó por las escaleras y se dirigió hacia el parqueadero, Cinco minutos después la mujer hizo exactamente lo mismo. Esta historia ya había despertado intriga en mí y decidí bajar al parqueadero y percatarme de lo que estaba pasando, se dirigieron al fondo del lugar el cual estaba muy oscuro y no despertarían ninguna sospecha.

Me acerqué para saber lo que estaba pasando y ya estaban dándose un apasionado beso, el gusto fue inmediato e inevitable, me retiré del lugar y subí de nuevo al bar junto con las personas que estaban, desde allí miraba a aquel hombre mayor quien sin ningún reparo se percató del tiempo que llevaba su acompañante fuera, le preocupaba más que la botella se estaba acabando y los chistes que hacía con sus amigos.

Aunque siempre me ha parecido normal la imagen que se ha vendido de la mujer bella y el hombre rico, pensaba en ¿cómo estas dos personas podían vivir felices en una mentira?, así como la mayoría de personas que se encontraban allí, todas mostraban una imagen perfecta, en donde todos querían ser felices y vivir el momento.

Finalmente decidí salir del lugar y caminar Miraba a todas las personas que pasaban ya embriagadas, pero felices. Me preguntaba si realmente eso podría dar felicidad, si podría llenar los vacíos de las personas, para muchos es un estilo de vida, para otros la sociedad misma se ha encargado de hacer necesarios estos espacios. Yo solo observaba el mundo alrededor, buscando nuevas historias para contar.

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