Corrían los primeros meses de 1987 cuando asesinaron a Narciso Matus, sin duda uno de los mejores gobernadores que tuvo el departamento del Meta en su historia. Recuerdo que el sentimiento de rabia, dolor y miedo de los villavicenses y de los metenses, despertó tal fervor, que nunca hubo en la región un entierro más concurrido.
Al sepelio de Narciso ni siquiera pudo asistir su hija Luz Matus, quien para entonces afrontaba en Bogotá un embarazo de alto riesgo.
Lo cierto es que durante el entierro, llegó un momento en que Esperancita, la viuda del exgobernador, así como sus hijos, debieron bajarse del coche fúnebre y seguir a pie, porque no había cómo llegar ante la multitud, en una cola que arrancaba en la vereda Vanguardia, y terminaba en el barrio Caudal.
Han pasado casi 30 años desde aquel nefasto crimen cuya investigación terminó en el olvido, y por el cual nadie le pidió perdón a la familia de este ilustre llanero tan vilmente asesinado.
Su pecado no fue otro que el de hacer gala de esa berraquera que caracteriza a los grandes hombres, al llevar, por primera, vez un batallón del Ejército a Cubarral, el cual permanece hasta hoy, para salvar a decenas de familias de la arremetida guerrillera de las Farc, que para entonces como hasta hace unos días -y creo que todavía-, intimidaban a la población por medio de la extorsión, el abigeato, el boleteo, el chantaje y hasta la muerte selectiva.
Pocos días antes de su muerte, Narciso Matus tuvo la valentía de gritarle públicamente a los congresistas de entonces una frase que les dolió a ellos y a las farc. Les dijo algo así como:
"Ustedes, congresistas corruptos, que entre semana visten de corbata en el Congreso, son los mismos que el fin de semana se ponen el camuflado de las Farc y bajan al sur del Meta a hablar con Jacobo Arenas sobre doctrina guerrillera."
Siempre me he preguntado si los colombianos, en especial los jóvenes universitarios que hoy le apuestan al Sí del plebiscito, saben realmente la historia de la barbarie de las Farc y otros grupos guerrilleros de este país. Yo creo que no. Solo repiten como loritos las consignas de aquellos radicales que les venden una sola orilla.
Aquí se habla solo de la barbarie de los paramilitares, estos malditos engendros que amparados por el poder estatal cometieron tantas masacres...
Lo que nadie cuenta,es que los 'paras' no son otra cosa que el resultado de años y años de crímenes cometidos por el EPL, el M-19, El ELN y las Farc. Ellos con su actuar, engendraron al demonio de las autodefensas.
Estoy seguro que gran parte de quienes hoy le apuestan al Sí, son gente que no solo no supera los 30 años de edad, sino que además la poca historia que conocen es porque la han visto en narco-series de televisión.
La culpa es de nosotros los más viejos. Por nuestra mala memoria, o ese alzheimer selectivo que solo nos permite recordar los días felices; la risas y los abrazos... ¡Los buenos tiempos!.
El miedo y la crisis económica nos afectan de tal manera, que hoy los funcionarios públicos del país tienen miedo a perder su puesto si se manifiestan en contra de estos absurdos acuerdos.
Hoy por hoy nos decimos inteligentes pero no cuestionamos, no investigamos, porque el romanticismo de la palabra paz, tan bien manipulado a su conveniencia por el gobierno y el secretariado de las Farc, nos está adormeciendo el alma.
Nunca se sabrá a ciencia cierta quién mató a Narciso Matus. -quienes lo saben no lo dicen por miedo, o para dejar que cierre la herida de su familia-. Lo cierto es que la muerte de este gran dirigente, así como la de tantas otras víctimas de la violencia quedará impune, entre otras cosas, porque hoy por hoy nos importa un pito la memoria histórica de más de sesenta años de crímenes miserables, varios de los cuales, a partir del próximo 2 de octubre, quedarán para siempre solo en la mente de los herederos de la desgracia. No menos cierto es que la investigación de estos crímenes, judicialmente va a parar muy pronto en el olvidado álbum de la infamia colombiana, en la historia no contada de un pueblo que hoy le dice a ciegas Sí, a los causantes de su tragedia.
-.
