El parcialmente inesperado pero completamente devoto apoyo de Álvaro Uribe a la candidatura presidencial de Íngrid Betancourt, quien viene de más un rifirrafe con los candidatos y excandidatos de centro o centro izquierda que supuestamente ella representaba y que finalmente no la han beneficiado en lo más mínimo, realmente no ha tomado por sorpresa a mayor parte del pueblo colombiano.
Desde hace varios meses se han visto dos personajes desesperados por encajar dentro del cuarto poder para así lavar sus imágenes ya de por si decaídas.
Ante este coctel de desaciertos, los medios están bastante preocupados por subirle números al candidato del continuismo del actual gobierno, con encuestas aparentemente bien elaboradas pero con interpretaciones sesgadas, el personaje del falso siete, del apodo carismático y en resumen autodenominado candidato de la gente (de bien) busca refugio en sus portadas de revista y medios como Pulzo, Semana o El Tiempo (quienes si merecen ser mencionados con nombre propio por su tan siquiera “dudoso” papel en estas elecciones) para desmarcarse de aquello que ya es obvio, es el candidato de Uribe.
Para lograr su cometido, tanto el agonizante partido del gobierno como Íngrid se están prestando para el jueguito de hacerla ver como quien realmente tiene el apoyo del expresidente Uribe, de esta manera se busca que los más ingenuos se crean el cuento de que el exalcalde paisa no tiene las maquinarias ya evidentes que tiene, billete movido por partidos como el conservador o los cristianos de Mira, apoyos que eran más que evidentes que iba a tener pero que aun así se les dio un gran eco mediático como si fueran sorpresivos para así inflar su número de menciones.
A pesar de esto, en los últimos días todavía más eco se le da a los cruces y reuniones completamente insignificantes, totalmente sin sentido, que puedan haber entre Betancourt y Uribe, aun cuando a este último lo que menos le interesa es sumar votos para ella el próximo 29 de mayo, ya que difícilmente podrá romper la barrera de los 100.000, si no que por el contrario le interesa quitarse de la foto con su real candidato, que de esta manera el poco más del 20 % de personas que consideran votar por su candidato no sientan que están votando por el que dice Uribe, para repetir en esta ocasión lo que ya hizo durante los cuatro años de gobierno saliente, estará tras bambalinas moviendo los hilos a escondidas. Muy mal por Íngrid, quien conociendo aspectos tan delicados de este país va a terminar pagando su quemada electoral por inocente.