Crónica de 24 horas de horror en Bruselas

Crónica de 24 horas de horror en Bruselas

La colombiana Juanita Onzaga quien vive en un apartamento al lado del metro cuenta lo que se vivió, un día que parecía iba a ser normal

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marzo 22, 2016
Crónica de 24 horas de horror en Bruselas
Foto: AP

Duermo en mi apartamento de Bruselas con las ventanas abiertas desde hace un par de meses. Esta mañana el ruido que entraba por la ventana me causó una singular pesadilla, soñé que una fuerte balacera tomaba lugar frente a mi terraza. Un sentimiento de angustia y pánico me despertó, pero aparentemente no había pasado nada. Igual, para asegurarme, busqué las noticias en mi celular.

Hace una hora, atentados en el aeropuerto central, bombas, hombres-bomba, otro ataque en la estación de metro a 10 minutos de mi casa en el barrio de las instituciones europeas, decenas de muertos, cientos de heridos, humo, paranoia.

Tenía una reunión en la universidad, recibo un mensaje de la profesora, todo se anula, las universidades cierran. Me quedo en casa a contemplar cómo uno de los primeros días de primavera torna de gris a negro. El transporte público ha cerrado, en la televisión solo hay miedo y terror, dicen que no hay que moverse de casa, pero no puedo, salgo a caminar.

Contemplo mi barrio mientras camino. Vivimos en un mismo territorio belgas, polacos, latinos, árabes, franceses, españoles, indios... Bruselas es una ciudad cosmopolita con inmigrantes de todos los rincones del mundo, pero sobretodo con una grande población musulmana.

Desde hace algunos meses desde los atentados de Paris, Bruselas ha descubierto que entre sus barrios se esconden militantes de Daesh, aquellos que organizaron los ataques a Paris. Una de las cabezas de los ataques, Salah Abdeslam, fue finalmente capturado hace 4 días tras tiroteos en varios barrios por la policía en Bruselas. ¿Es este ataque terrorista un mensaje de venganza frente a la captura de Abdeslam? ¿Quiénes son? ¿Porqué nos atacan?

Es complicado entender por qué tantos jóvenes de barrios como Molenbeek entran en el juego de Daesh y sacrifican sus vidas como hombres-bomba o se van a Siria como jihadistas. Son parte de una ecuación donde se adicionan el extremismo, la manipulación y el racismo con una juventud a la cual le faltan sueños y valores. Una juventud de la que el Estado no se ha ocupado del todo, pero frente a la cual tendra que plantearse amplias preguntas desde hoy.

Los noticieros propagan imágenes de terror, en la calle peatonal de la Bourse se han reunido cientos de personas dejando mensajes de paz escritos con tizas de colores sobre el asfalto. Tenemos miedo. Las líneas de celular fallan, Facebook es el único medio de comunicación que funciona, saber si hay algún ser querido que está herido resulta difícil, no hay listas de victimas publicadas en ningún lado. La policía continúa las búsquedas, y encuentra más bombas, más armas, el número de ambulancias por minuto baja, pero el miedo esta ahí... ¿Y mañana?

No sabemos quiénes son Daesh, podría ser cualquiera. No tienen un blanco especifico, podría ser cualquiera de nosotros, en cualquier lugar público, en cualquier momento.

Esta amenaza permanente es la nueva habitante de las calles ahora vacías de Bruselas. La pregunta es ¿Qué hacer con ella?

La tarde cae y trae con ella un atardecer violeta, rojizo sobre Bruselas, elevando a mis ojos esta ciudad que tanto amo, en la que vivo desde hace 5 años y de la que estoy enamorada. No quisiera tener que irme, ni tenerle miedo. Y aquí pienso en Gandhi y su famosa frase 'The enemy is fear, we think its hate but its fear' - el enemigo es el miedo, creemos que es el odio pero es el miedo. Tras este día negro solo podemos quedarnos con este voluntad de querer transformar el miedo en algo más...

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