Criticar la compra de aviones de combate: ¿populismo malintencionado o ignorancia estratégica?

Criticar la compra de aviones de combate: ¿populismo malintencionado o ignorancia estratégica?

"Quienes afirman que estos aviones solo sirven para la guerra aérea desconocen toda la amplia gama de tareas que estos pueden desarrollar" 

Por: Luis Alexander Montero Moncada
enero 20, 2023
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Criticar la compra de aviones de combate: ¿populismo malintencionado o ignorancia estratégica?

La compra de los aviones que reemplacen a los muy obsoletos Kfir ni es un capricho, ni es un gasto innecesario, ni refleja un discurso guerrerista. Para comprenderlo, hay que enmarcar la discusión fuera de la pasión y la ideología y darle forma desde la academia, los estudios estratégicos y las relaciones internacionales. 

En primer lugar, la seguridad y la defensa de cualquier país se guía por un concepto preciso que es el interés nacional. Este concepto es estructural en un Estado y no varía de un gobierno a otro, entre otras cosas, para blindarlo de visiones ideológicas o caprichos de gobernantes pasajeros. El interés nacional es de largo aliento y refleja más que nada los elementos específicos que permiten la supervivencia de cada Estado —y su nación— frente a una serie de amenazas diferenciales. Es por ello que este concepto implica cierto grado de competencia —antagónica o no— entre los Estados que componen el sistema internacional. En otras palabras, el sistema internacional está hecho para que los Estados rivalicen hasta cierto punto entre ellos y cooperen solo si las condiciones temporales —nunca eternas— lo permitan. Así las cosas, lo que hoy no es amenaza, mañana puede serlo, y quien hoy es mi aliado, mañana puede ser mi adversario. 

Por lo tanto, nadie tiene la capacidad predictiva —así sea senador o exministro— para escribir en piedra que, aunque a su juicio Colombia no tenga hoy amenazas convencionales relevantes, en el futuro no se tenga que recurrir a aeronaves de superioridad aérea. Cuando se requieran estos aviones y no se tengan, ¿a quién van a culpar las voces opositoras? 

Adicionalmente, si la compra de estos aviones resulta tan aparentemente extraña como se ha argumentado desde voces opositoras, ¿por qué todos los demás países de la región se han esmerado por adquirir y modernizar sus aeronaves de superioridad aérea? Señores detractores, lo extraño y antinatura no es comprar los aviones, sino justamente no comprarlos. ¿Alguno de los opositores a la compra criticó a Venezuela cuando compró sus Sukoi, o Perú, Chile o Brasil hicieron lo mismo? Colombia sería el único país en el vecindario sin herramientas de este tipo. 

Europa, especialmente Alemania, está viviendo actualmente este dilema idealista. Durante décadas pensó que el grado de interdependencia con la economía rusa era seguro suficiente para evitar cualquier tipo de confrontación o antagonismo, por lo que disminuyó notablemente su presupuesto en defensa, afectando la renovación de su material. Hoy, que Rusia le recordó al mundo que la guerra no estaba proscrita y que la competencia por el posicionamiento de los intereses nacionales sigue intacta —a pesar de enfoques idealistas—, Alemania tiene la apremiante necesidad de adquirir a las carreras lo que hubiera adquirido de forma planificada. 

Sin duda Colombia no tiene el presupuesto alemán, por lo que estas compras no solo hay que hacerlas, sino que hay que planearlas bien. En el pasado, el país fue reactivo frente a circunstancias precisas con Venezuela derivadas del diferendo por el golfo de Coquibacoa a la hora de comprar los Mirage y posteriormente los Kfir. No obstante, en el futuro y ante una nueva crisis, Colombia no puede comprometer recursos de la noche a la mañana y comprar de golpe lo que con tiempo pudo haber comprado. 

La conclusión preliminar que se puede sacar es que aunque aparentemente no hayan actualmente amenazas vecinales a Colombia —lo cual es discutible teniendo en cuenta antagonismos estructurales y diferendos limítrofes vigentes con vecinos—, esto no es garantía que en el futuro esta condición se mantenga, por lo que la renovación de la flota estratégica es indispensable. Decir que el país “no necesita” estas aeronaves es populista, abiertamente irresponsable y muestra una profunda ignorancia en temas estratégicos. 

El segundo tema en discusión es el uso que estos aviones van a tener. Existe la creencia popular que estos aviones “solo sirven” para guerra convencional, por lo que decenas de políticos en oposición a la compra pregonan la idea que “no caben” en un país que busca la paz total. Este enfoque no comprende que la compra que se pretende hacer no solo trae aviones sino también tecnología, por medio de las “adiciones” en transferencia tecnológica y offset que vienen acompañando las diferentes propuestas que están sobre la mesa.

No cabe duda de que las grandes beneficiadas son las empresas estatales que recibirán un gran impulso y les permitirá estar a la altura de socios globales, complementando el camino ya recorrido por Cotecmar. En palabras directas, a la pregunta de ¿para qué sirven estos aviones?, la respuesta es simple, para traer tecnología al país y fortalecer nuestros procesos de ciencia e innovación. 

Adicionalmente, existen muchas tareas, diferentes a las de combate aire-aire que estas aeronaves pueden cumplir. Desde la aplicación de una simple disuasión —frente a potenciales agresiones de actores estatales o no estatales— hasta su compromiso en temas de interdicción aérea o acciones de guerra electrónica. En síntesis, quienes afirman que estos aviones “solo sirven” para la guerra aérea desconocen toda la amplia gama de tareas que estos pueden desarrollar. 

El tercer tema en discusión es verdaderamente lamentable y se deriva de una gran ignorancia en temas estratégicos y militares. Voces opositoras a la compra se han adueñado del concepto de “superioridad aérea” y lo usan con el mismo “rigor” que un yerbatero puede hablar de conceptos médicos. Se ha malinterpretado de tal manera que se expone en términos totales, como que un avión de superioridad aérea es aquel que no tiene rivales en el aire y logra esta superioridad total a cualquier costo. Por ello, estas voces opositoras piensan que ni los Rafale ni los Saab —los aparentes preseleccionados— lograrían nunca ser “superiores” a los Sukoi venezolanos, por lo que la compra es innecesaria. 

Definitivamente, la superioridad aérea no debe entenderse en términos totales, pues si ese fuera el caso, solo los países que tienen aviones de quinta generación la lograrían. La superioridad consiste tener una condición favorable y lograr una ventaja frente al adversario, lo cual en un combate aéreo se traduce en tener herramientas para ser más efectivo, más eficiente y con impactos decisivos. Por ello a estos aviones se les denomina de superioridad aérea, porque son las herramientas más idóneas para lograr esta condición y no porque estén dentro de una especie de ranking en términos absolutos. Es lamentable que ex funcionarios de tan alto nivel como cargos ministeriales, no estén familiarizados con estos conceptos y en su lugar difundan enfoques errados, los cuales pueden tener eco en función de la dignidad que ocuparon en el pasado.   

Por último, al tener aviones renovados se incrementan las posibilidades de interacción, interoperabilidad y aprendizaje de la Fuerza Aérea Colombiana en diferentes ejercicios multilaterales y compromisos internacionales en el marco hemisférico y global. Esto mejora significativamente tanto la experiencia de los pilotos, como la logística nacional y evidentemente la doctrina militar. 

Queda demostrado, por tanto, que los aviones son necesarios y no un capricho, que son una inversión más que un gasto —de hecho, con el debido planeamiento se evitaría un mayor golpe a las finanzas públicas—, tendrían una participación en una amplia gama de tareas más allá del combate, aportarían al desarrollo científico del país y facilitan la interacción de nuestro país con experiencias y conocimiento de otros países. Es por ello que resultan desconcertantes las voces pasionales que desde una perspectiva política e ideológica llaman para que se deseche la idea aprovechando el vencimiento del CONPES que planeaba la compra, o incluso más preocupante y extraño, voces desde exfuncionarios civiles del más alto nivel de la defensa que plantean que dicha compra es “innecesaria”. 

A manera de epílogo, la compra debe planearse completa. Comprar 4 o 5 aviones nuevos y embolatar el resto, a cambio de seguir estirando mágicamente la vida de los Kfir, no solo es irresponsable en términos estratégicos sino un desangre a las finanzas públicas. 

¿Y qué pasó con los aviones?

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