Ocurrió en una cena benéfica del 2011 en Hollywood. Cristiano Ronaldo compartió una mesa con Bruce Willis. Mientras que la estrella de Duro de matar se mostraba interesado en conocerlo, el portugués, simple y llanamente decidió ignorarlo. Cuatro años después vendría la venganza: el actor, en su cumpleaños número 60, se dejó ver con Irina Shark en una discoteca, cuando la modelo rusa recién acababa su relación con CR7 cansada que él usara más cremas, maquillaje, gel y acondicionadores que ella.
Si, Ronaldo está obsesionado con su propia imagen. Se ufana de hacerse 3.000 abdominales diarios y cada vez que puede sube una foto en su cuenta de Instagram –que tiene más de 120 millones de seguidores- mostrando su cuerpo perfecto, tallado en mármol. Cada vez que sube una foto luciendo una marca de ropa recibe USD$400 mil. Todo lo que toca lo convierte en oro. Poco o nada le importa lo que digan de él. Con su modestia característica afirmó alguna vez “Si Dios no agradó a toda la gente, yo por qué voy a tener que agradar”. Su comportamiento con otros jugadores siempre ha dejado mucho que desear. En el 2012, en un partido en Zagreb se quejó de que lo habían cocido a patadas porque esos pobres jugadores croatas le tenían envidia “Como soy rico, guapo y gran jugador”. Algunas veces sus egomaniacos comentarios también van directamente dirigidos a sus compañeros del Real Madrid cuando en el 2014 dijo: “Si todos estuvieran a mi nivel, quizás seríamos primeros. Aquí parece que yo soy una mierda, siempre cuestionan mi valor, pero los números no engañan, mírenlos”.
Pero tal vez el capítulo más escandaloso de su vida es el de sus hijos. Después de quedar eliminados en el 2017 por Chile de la Copa Confederaciones viajó a Lisboa para conocer a Mateo y Eva, los hijos que había tenido de vientres de alquiler. Según la sicóloga Magdalena Salamanca Ronaldo escogió de esa manera a sus hijos para reafirmar lo que él piensa de sí mismo “soy omnipotente y no necesito a nadie más”. También fue polémica la manera como tuvo a su primer hijo. En el 2009, en una cafetería en Manchester, a Ronaldo la mujer que lo atendía le gustó inmediatamente. Le propuso que se acostaran inmediatamente. La muchacha, que era norteamericana, le dijo que no mientras sonreía. Le escribió en inglés en una servilleta “Kiss me”
El narcisista crack no tiene el mejor historial a la hora de acercarse a las mujeres. A los 20 años, cuando era sólo una rutilante promesa del Manchester de Alex Ferguson, fue arrestado bajo sospecha de violación luego de que una mujer golpeada hubiera asegurado haber sido atacada por el portugués. El club inglés enfiló a su caterva de abogados que lograron minimizar el escándalo: al fin y al cabo sólo se trataba de un devaneo sexual de un joven futbolista. El hecho fue absolutamente ignorado por los siempre escandalosos tabloides londinenses.
De la muchacha volvió a saber Jorge Méndes, su representante, casi un año después. Estaban en pleno mundial de Surafrica cuando recibió una llamada de la muchacha que, atribulada, le decía entre sollozos que acababa de tener un hijo del astro.
El representante le cuenta al jugador y este lo primero que piensa es que deben someter a la chica a una prueba de ADN. “Yo solo la he visto desnuda”, bromea Cristiano un poco mientras se acomoda el raro peinado nuevo que lucirá ante las cámaras del mundo.
En la cancha CR7 luce errático, sin potencia ni alegría. Su cabeza está en otra parte. Dos semanas después un gol de David Villa los echa del torneo en octavos de final y el jugador viaja a Estados Unidos, conoce al niño y se enamora de la criatura. Eso sí, ahora tiene un capricho: quiere deshacerse de la madre. Confundida y carcomida por las cuentas, Ronaldo le ofrece diez millones de dólares para que renuncie para siempre a la criatura. Firma el pacto con el mismísimo Mefistófeles para, a cambio de la siempre esquiva fortuna, no volver a ver jamás al fruto de sus entrañas.
Cristiano sufrió mucho siendo niño viendo a su padre borracho casi todos los días para entender que una familia no es garantía de una buena crianza. Además estaba Irina, la obsesiva Irina, la siempre celosa Irina, la que incluso llegó a decirle a los medios que se sintió mal cuando su novio trajo al niño a la casa pero que después se fue acostumbrando “Y es imposible no amar a esa criatura”. La modelo amó tanto a su hijastro que al portugués no le quedó de otra que ir a donde Dolores Aveiro, su madre y decirle lo siguiente, tal y como esta lo revela en su polémica autobiografía: “Él vino una noche me trajo al pequeño y me dijo ‘Quiero que me ayudes a educarlo, a darle amor como lo has hecho conmigo y con mis hermanos. Nunca se sabrá quién es la madre del bebé’”.
Desde entonces el niño lo acompaña a todas partes y luce unos inquietantes abdominales. Parece una copia más pequeña del astro. Mientras tanto Ronaldo sigue enriqueciéndose a costa de su imagen. Además de los USD$ 56 millones que le paga al año el Real Madrid marcas como Nike, Tag Heuer, Sacoor Brothers, le pagan cerca de USD$90 millones por usar sus marcas. Su afición es coleccionar decenas de Bentley, Porsche, Audi, Ferrari, Maserati, Bugatti Veyron y Lamborghini. Su instagram está lleno de ese tipo de fotos. Cuando se cansa de ir por tierra usa un Gulfstream G200 con capacidad para ocho personas y dos de tripulación además de baño, sala, vestuario, conexión a Internet, entro otros lujos. Sus mansiones más representativas son una que tiene en las afueras de Madrid que le costó USD 11 millones y otra en la exclusiva avenida da Liberdade en Lisboa cuyo valor asciende a los USD 3 millones que se la obsequió a sí mismo cuando cumplió 30 años. En Nueva York tiene un apartamento de 233 metros que vale $17 millones de dólares en una de las torres Trump.
El hombre sobre el que dijo Paris Hilton que lo había desilucionado porque usaba más maquillaje que ella sigue dando de qué hablar en el Mundial de Rusia en donde lleva cuatro goles y ya alista su encuentro frente a Uruguay por octavos de final. Sigue siendo odiado por muchos y adorado por el resto de la humanidad.