Decían que había tenido a su hijo Cris en un vientre de alquiler. Que al principio no lo quería, que casi no lo veía, que le había prohibido hasta conocer la verdadera identidad de su madre. La imagen de arrogante goleador le iba muy bien a la de padre desalmado. Nada de esto era cierto.
Después de haber ganado la Champions League con el Real Madrid y la Eurocopa con su país, Cristiano Ronaldo es hoy, más que nunca, el rey del mundo. Cansado de pasear por las costas de Marruecos con sus amigos Miguel Paixao, Ricky Regufe y José Semedo, a quienes conoce desde que era jugaba en las divisiones inferiores del Sporting de Lisboa, ahora le dedica todo el tiempo a su hijo Cris jr. El niño no necesita saber quién es su madre para ser feliz. Cristiano todos los días lo lleva al colegio, al cine y, sobre todo, al Santiago Bernabeu a verlo jugar. Ahora, cuando la temporada futbolística está muerta, Ronaldo aprovecha para pasar tiempo con él y con su madre, María Dolores dos Santos Aveiro, en su yate anclado en las costas de Ibiza.
Contrario a lo que se cree el astro portugués disfruta mucho de la vida familiar. Su imagen de chico frívolo y prepotente, contrasta con la realidad: nadie regala tanto a los más pobres como él y nadie hace menos alarde de ello que el propio Cristiano. Él, a quien el Daily Mirror de Inglaterra acusó de haber mantenido alejado a su hijo de la verdadera madre pagando 10 millones de dólares para que la misteriosa camarera norteamericana se mantuviera al margen, no escatima tiempo y dinero para complacer a Chris junior. El niño, quien en todo momento quiere imitar a su adorado padre, disfruta por estos días del privilegio de tenerlo las 24 horas al día sólo para él. El idílico plan terminará pronto cuando el portugués se sume a la pretemporada de su equipo el Real Madrid.
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