Él era Cristian Martínez, un muchacho de 17 años de edad que con lo único que soñaba todos los días era con llenar de arte las calles de Buenos Aires. Mi paisano, pues, era un apasionado del grafiti.
A él, ayer, un tipo que responde al nombre de Jesús Arbaje, de 38 años de edad, le pegó tres tiros en el cuerpo hasta matarlo. ¿Y por qué lo hizo? Porque se le dio la gana, aunque el miserable asesino ahora diga que fue porque lo confundió con un ladrón.
Cristian era el hermano de una conocida mía que, ahora, está pasando el peor momento de su vida por culpa de que al verdadero delincuente le resultó muy fácil apretar el gatillo y descargar su arma contra el cuerpo de un menor de edad.
Ojalá el peso de la justicia argentina caiga contra Arbaje y se le dé prisión perpetua por incurrir en el delito de de homicidio agravado. Hay que levantar la voz y exigir justicia por Cristian y su memoria.
¡Fuerza para ti, Juliana Martinez, y toda tu familia!