Un clima de crispación e incertidumbre se apodera de Brasil antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Lula da Silva acusa al actual mandatario de seguir un proyecto totalitario basado en mentiras, mientras Jair Bolsonaro afirma que el expresidente llevará el país a la ruina destruyendo la propiedad privada, legalizando las drogas y el aborto, y pervirtiendo a los niños.
El Tribunal Superior Electoral no da abasto exigiendo la retirada de publicaciones de fake news, prohibiendo a los candidatos hablar de asuntos sin veracidad y analizando las denuncias cruzadas de los responsables de las campañas.
Jair Bolsonaro denunció que algunas radios no estaban cumpliendo con su obligación de insertar propaganda electoral a su favor. El Tribunal Superior pidió pruebas y al no obtenerlas inició una investigación contra el actual presidente por crimen, por dificultar la realización de las elecciones. Bolsonaro contestó que llegará a las últimas consecuencias.
Las encuestas favorecen a Lula da Silva pero no ofrecen un resultado decisivo. A esa incertidumbre se suma la duda de si Bolsonaro aceptaría una derrota o qué haría para aferrarse al poder