Colombia en las 3 últimas décadas ha evidenciado un proceso de transición en el ejercicio de lo político, ya aquellas fuerzas o partidos tradicionales dejaron de ser referentes de liderazgo y de engranaje ideológico, hoy las huestes se configuran desde distintos contextos y con actores autónomos (en algunos casos) libre pensantes que bajo la lógica del poder intentan abrirse paso en un escenario poseído por el clientelismo y la burocratitis que tristemente pernea nuestra democracia y nuestra institucionalidad.
El imaginario ciudadano ha pregonado por años el “Cómo voy yo ahí” que en buena hora propone Mockus intervenir, el tema está en qué se deben dar ejemplos y rechazar de plano esta vieja práctica del “todo vale”, ya que para todos resulta dramático leer noticias como la de León Valencia, para citar un ejemplo; el caso de restitución de tierras en la que el señor Valencia presuntamente es juez y parte; o como el caso del contrato de Mockus con el Gobierno Nacional para fortalecer la intensión de paz que se construye desde los diálogos en la Habana- Cuba, y que se pretende refrendar a través de los ciudadanos de base; o la jugada de lucho garzón y Prada desde que entraron como voceros del partido verde ante la la Unidad Nacional. En fin, son varios los ejemplos que podrían citarse en materia de clientelismo y malas prácticas en el ejercicio de lo político y de construcción de liderazgos prístinos y coherentes con una causa de país, de región y de ciudad.
Hoy los ojos están puestos en Bogotá, pues no hay manera de negar que es un referente muy importante en todos los aspectos de la vida nacional, la capital tristemente es pensada y repensada POR LOS MISMOS cuadros que por años han ostentado el poder y que poco o nada han realizado a la hora de aterrizar sus agendas programáticas en el plano de la realidad concreta. Para ser un poco más conciso pregunto lo siguiente: ¿No existen otras figuras o liderazgos distintos a los que promueven Peñalosa, facho santos, Uribe o los de la izquierda ortodoxa que ha demostrado fisuras en los postulados del capital, el poder y las relaciones humanas de manera transversal con el otro? ¿Acaso la movilización ciudadana y el surgimiento de nuevas instancias políticas no son posibles en el polarizado escenario capitalino?
Estas interrogantes deben motivar una reflexión en los ciudadanos que sueñan con una realidad distinta, ¿Por qué siempre tienen que ser los mismos con las mismas? Es hora de que la sanción social a estas prácticas que afectan la democracia se impongan, es importante que el 25 de octubre no prime el estomago, los $50mil o la botella de ron. Es una oportunidad para cambiar la dinámica de atraso en la que nos han tenido los malos gobernantes y las viejas maquinarias, el Magdalena es muestra de la desidia y ausencia de compromiso por lo propio, hoy hasta se está pensando ceder parte de nuestro territorio al departamento del Atlántico, lo que evidencia claramente que los inversionistas y financiadores de campañas si tienen objetivos personales o grupales marcados y poco compromiso con la intervención de realidades en los escenarios en que se ejecuta la política, insisto en que es una oportunidad histórica para repensar y redefinir la ciudad, municipio, región y país que queremos y que hemos soñado todos. Hay que retomar la política con principios y valores, con fe en la causa, con compromiso real y convicción plena en la premisa de construir una mejor sociedad.
Las escuelas de liderazgo ciudadano deben promoverse, la cualificación en temas relacionados con lo público, social, económico y político son necesarios en la construcción de individuos críticos y conscientes de la realidad que se intenta transformar, de lo importante que es recobrar la confianza en la institucionalidad, en quienes gobiernan.
Es hora de dar vuelta a la página de corrupción y de violencia que hemos venido leyendo durante décadas, la diferencia hay que aceptarla, comprenderla y promoverla, es hora de remplazar los egos y las discordias por abrazos sinceros y de afecto con el otro, si podemos construir en la diferencia, el dialogo y la concertación son claves en este largo proceso.
A eso debemos apuntarle.
Atentamente.
Edilberto Riatiga Corredor
Antropólogo
Especialista En DDHH y DIH
