La educación superior pública está muriendo lentamente, es un enfermo terminal a la espera del último día de su vida, que como toda persona ad portas de su inevitable destino requiere del apoyo incondicional de sus familiares.
En teoría esto es lo que debería pasar, pero lamentablemente para el caso de la educación superior pública no es así, sus "familiares" (los colombianos) la han abandonado, dejándola a la deriva en el inmenso mar de la soledad, a la espera de que la muerte se apiade de ella y decida ponerle fin a su miserable existencia.
Dicho lo anterior, para nadie es un secreto el grave problema de financiación por el que atraviesan las universidades públicas en todo el país, un problema de absoluta trascendencia que le concierne a todos los colombianos, pero que lastimosamente ha pasado desapercibido al ojo público y que como consecuencia de esto ha contribuido a que se agrave aún más dicha situación.
Aunado a lo anterior, es inaceptable que los medios de comunicación no hayan visualizado esta problemática, que no solo afecta a la presente generación, sino que además también afectará a las futuras generaciones que quieran acceder a la educación superior pública.
En síntesis, es desafortunado ver como nosotros los colombianos, familiares de ese paciente terminal, lo dejemos abandonado a su suerte, sin hacer nada al respecto que contribuya en mejorar mejorar la situación por la cual está pasando.