Cuando Chesterton decía, hace tantos años ya, que “llegará el día en que se blandirán espadas por demostrar que las hojas son verdes en verano”, quizá nadie pudo dimensionar las aplicaciones que esta frase podría tener a largo plazo, especialmente, en un presente cada vez más lleno de controversias por asuntos realmente triviales.
Lo sorprendente de estas palabras es que no pierden su vigencia, aún cuando el pasar de los años debería hacerlas quedar encerradas entre páginas de un libro viejo. Por el contrario, de alguna forma, sería completamente válido afirmar que hemos llegado a ese día en el que ha sido necesario manifestar en público, blandiendo esa espada, que “las hojas son verdes en verano”.
Y es que lo sucedido hace unos días en la Universidad del Rosario es, por antonomasia, lo que intentó transmitir Chesterton cuando advertía los cambios que vendrían en el futuro. Sigo consternado e intentando hallar el motivo para que dos criminales pudieran ingresar, e incluso participar, en una actividad que desarrolló una de las instituciones emblemáticas y de tradición histórica en este país.
En el momento en que Lucas Carvajal e Isabela Sanroque, delegados del grupo Farc, asisten al Colegio Mayor, se está abriendo el espacio para que unos delincuentes puedan tener voz en actividades de formación estudiantil, algo gravísimo si se tiene en cuenta la facilidad con la que los jóvenes pueden ser seducidos por ideales utópicos como lo es el marxismo, en el cuál siempre se fundamentó ese grupo.
La presencia de “excombatientes” en este claustro, alegando una pluralidad de ideas, representa una ofensa para quienes hemos sido víctimas directas e indirectas de los crímenes que este grupo cometió.
Las familias que padecimos esas funestas vacunas, la tristeza de ver un hermano, primo o amigo asesinado por estos delincuentes, el secuestro de algún allegado o familiar, nos oponemos a que criminales que no han pagado sus delitos puedan hallar espacios en nuestras instituciones para propagar sus ideas de socialismo trasnochado.
No quisiera alimentar más la hoguera ni agravar la situación, pero siento que es menester extender mi felicitación a esos jóvenes que, enfrentando todo tipo de adversidades y hostilidades, alzaron su voz en contra de la organización del evento. A ellos deberíamos admirar y ver como ejemplos a seguir en una nación que cada día se vuelve más conformista, indiferente y resignada. Su actuación es toda una gesta que nos inspira a seguir trabajando para cambiar, para bien, este hermoso país.
Seguiremos al tanto de lo que suceda esta semana, pues la trascendencia de estos héroes universitarios, sin mas armas que sus palabras y un maletín, ha permeado los medios a nivel nacional y de seguro las repercusiones serán de magnas dimensiones. Chesterton estaría dichoso de ver que sus palabras no han sido olvidadas.
No me cabe ninguna duda de que actos como estos demuestran que los jóvenes seguimos todavía en pie.
Fe en Dios y Fe en la Causa.