El principal comprador internacional de caballos criollos es Puerto Rico y le siguen Estados Unidos, Republica Dominicana y Panamá. En los últimos años ha crecido el mercado hacia Venezuela y Ecuador. Según la plataforma Treid.com, la cifra de exportaciones de caballos en 2018 fue de USD 1.077.383 (FOB), con envíos principalmente a Puerto Rico con $794.500 dólares, Estados Unidos con $202.683 dólares y Panamá con $30.000 dólares.
Los precios de exportación de estos ejemplares varían por muchos factores: tipo de andar, línea genética, género, reconocimientos, entre otros. Y aunque es muy complicado dar un precio exacto, porque el caballo puede ser utilizado en múltiples actividades, un macho con presentaciones importantes en pista, campeón y alto valor genético puede alcanzar precios entre US$ 700.000 y US$ 1 millón; yeguas con buenos resultados en pista y alto nivel genético para reproducción, se comercializan desde US$ 200.000; potros y potrancas en proceso de adiestramiento con buen nivel competitivo desde US$ 100.000; y caballo para chalanería, paseo o disfrute entre US$ 7.000 y US$ 30.000.
Alrededor del caballo criollo colombiano se ha conformado una cultura equina en la que expertos y aficionados hacen correría por el país de feria en feria para contemplar los andares de los mejores ejemplares. Hace unos años, el sector adquirió mala fama cuando la mafia del narcotráfico incursionó en su compra y venta, pero con el paso de los años ha retomado interés y viene creciendo con un público más joven, inversionistas del sector financiero y políticos que acuden a las ferias equinas a ver desfilar estos animales por pasarelas de madera que permite escuchar el rítmico golpeteo que caracteriza sus pasos.
En el país según el censo equipo de 2017, existen 1,4 millones de caballos, de los cuales casi el 12 % está en Antioquia, seguido de Tolima y Cundinamarca principalmente en Tabio y Tenjo, cada uno con un poco menos del 10 %, pero solo el 20 % esta registrado en Fedequinas. De acuerdo con Confecámaras, hay 143 sociedades registradas como criaderos equinos, solo en Antioquia hay 20 de estos centros, que se agrupan en 24 asociaciones. Fedequinas (Federación Colombiana de Asociaciones Equinas) es la máxima autoridad encargada de coordinar, regir y controlar actividades técnicas de crianza, exhibición, fomento, desarrollo, competencia y promoción deportiva.
Según datos de La Republica, la industria mueve $ 5,4 billones al año, entre su mantenimiento normalmente en pesebrera, compra, venta, exhibiciones, transportes, etc. Cuidados que generan unos 330.000 empleos entre directos (montadores, plafreneros, veterinarios, empledos de pesebreras y criaderos) e indirectos.
La genética un negocio que mueve millones, y algunos criaderos del país se han dedicado específicamente a mejorarla, invirtiendo en vientres de élite y machos o pajillas de reproductores. El negocio del salto (semen para inseminar artificialmente), que se encuentra limitado al mercado nacional, puesto que el semen no es exportable, vale aproximadamente entre $ 500.000 y $ 3 millones, aunque pude subir a $ 10 millones si el caballo tiene genética ganadora en exposiciones o competencias. Por ejemplo, Dulce Sueño de Lusitania ha sido padrón de 157 hijos que le han representado 5.207 puntos por su buen desempeño y lidera el escalafón de Fedequinas
El caballo criollo colombiano tiene su origen en los caballos traídos por los españoles en la época de la conquista, que fue mezclándose con diferentes linajes españoles y adaptándose a la topografía colombiana. Los criadores a través de los años, seleccionaron los mejores ejemplares con el objetivo de conservar aquellos andares especiales, la cual, con el tiempo lo convertiría en una de las razas más apetecidas.
El Caballo criollo colombiano tiene cuadro andares, o la forma como se desplaza: paso fino colombiano, trocha y galope, trote y galope, y trocha pura, que para los entendidos indica los tiempos y cadencia (velocidad del ritmo) que le da un sonido característico. El caballo de paso fino ejecuta su andar en cuatro tiempos, y desplazamiento por laterales que se debe a que dentro de su esquema genético existe un gen particular conocido como DMRT3. Recientemente fue reconocido como raza y declarado patrimonio genético y autóctono por el Ministerio de Agricultura y avalado por el Congreso. Gracias a su andar con más uniformidad y homogeneidad, ha sido declarado el caballo más suave del mundo, que además de su belleza y brío, lo convierte en el de mayor reconocimiento en el exterior y por lo tanto producto de exportación.