La carta abierta al presidente Duque revelada por revista Semana deja en evidencia el inconformismo de académicos y de otros profesionales de las más prestigiosas universidades, nacionales y de otros países, por la falta de acción del gobierno, en cabeza del subpresidente, y el abandono de las instituciones estatales y de la gran prensa.
Una carta de 27 páginas en la que solo dos de estas conciernen a lo que se le recrimina a Duque con respecto a amenazas, persecuciones judiciales y asesinatos de líderes sociales, de excombatientes, así como defensores de derechos humanos y del medio ambiente, mientras las 25 páginas restantes corresponden al total de firmantes.
Entre los que firman la carta se encuentran 116 investigadores de Colombia y 139 internacionales, un grupo de Mujeres para el Diálogo, el Equipo de Investigación de Ecología Política del Sur, varios grupos de trabajo, entre otros. Esto denota que a nivel internacional están más preocupados por la situación del país que dentro de nuestro propio territorio.
Pues bien, se trata de una carta "bomba", llena de armas, pero de armas tomar, plagada de intelecto —intelecto que le ha faltado a Duque para tomar las mejores decisiones y liderar a Colombia de manera correcta—. Una carta firmada en mayor parte por académicos con maestrías, doctorados y posdoctorados, especialistas en investigación, muchos con hojas de vidas abiertas al público (y más largas que la misma carta). Una muestra del descontento de profesionales expertos que, con base en su conocimiento, no están conformes con las "no acciones" de Duque y las acciones que el gobierno liderado por él ha tomado en detrimento del medio ambiente y de los derechos de algunos ciudadanos.
Además, una carta que llama a la reflexión y exige una respuesta coherente de otro reclamo más sobre los hechos que se han presentado desde que Duque se posesionó. Una carta llena de dolor por la sangre derramada de quienes protegen a las comunidades y de los que luchan incansablemente por resguardar los recursos naturales de un conglomerado de empresarios amangualados con políticos, buscando enriquecerse por encima de cualquier derecho individual o colectivo.
Por lo tanto, una carta erga omnes por parte de un puñado de intelectuales, cuyo único prontuario es el académico (algo nunca visto en el Congreso). Sin una pizca de maldad ni un ápice de politiquería, sin vergüenza y no “sinvergüenza”, como muchos que se atreven a opinar o a aconsejar y no deberían por lo menos por pena de sí mismos.
En definitiva, una carta de grandes aportantes a la ciencia con un sinfín de investigaciones científicas, que definitivamente no han quedado en letra muerta como así lo intentan hacer con el acuerdo. Una carta escrita por mentes brillantes que se encuentran de acuerdo con el acuerdo de paz y en desacuerdo con quienes tienen intereses en hacerlo pedazos.
Para concluir, un corto escrito, pero conciso y con el fin primordial de invitar a cambiar el rumbo incierto de Colombia, además de dejar pensativo a más de uno (incluido al presidente) y, dada la relevancia de lo escrito, dirigido con copia a Su Santidad Papa Francisco, Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
