Uno
Las palabras
Es tiempo de hacer una lista de palabras que han aparecido con el ímpetu de la tragedia, con los pesares de las malas noticias, con las eventualidades del dolor en estos días del pasado 2020 y el presente 2021.
La primera que me suena ahora es la cucaracheada reinventarse. El peor homenaje que los seres humanos le hemos hecho al devenir de Heráclito. Pensar en una realidad que no cambia es igual a no pensar.
Un instante sigue a otro con los imperceptibles humores del cambio. Cada asunto deja de ser para ser otro en el instante que sigue. Eso también pensaba Susan Sontag sobre el instante fotográfico y el punto de vista. La relación sujeto fotografiado y fotografía es un devenir.
Deviene en… ¡Qué expresión tan hermosa!
La encantadora palabra devenir (llegar a ser o convertirse, dice el Oxford) entra en contradicción con definir.
Definir es una autoridad innecesaria en estos tiempos.
Definir y autoridad juegan del lado de los torturadores.
Bienvenidas todas las indefiniciones.
Definir es tan patético como desmesurado. Llevamos siglos intentando dar luces sobre la complejidad de una palabra como normal. Las expresiones volver a la normalidad o la fantasmal nuevo normal causan repulsión.
Seguir el ejemplo de Ambroce Bierce, Voltaire, Montaigne o Savater en la construcción de diccionarios sería el gran ejercicio en estos tiempos del faking, del fricking y del fucking.
Normal dicen ahora los muchachos cuando una película estuvo Ni fu ni fa… todo bien. Cuando la fiesta parecía organizada por una funeraria Pero ajá, vienen los 15 de Elsita. O cuando el arroz sabe a arroz y el peto sabe a peto, pero Bien, man… you know what I mean.
Hay otras: peste, confinamiento, ilusión, esperanza, futuro, fe… Hay frases: “Lo lamento mucho”. “Hay que guardar la esperanza”. “Hay que seguir luchando, pa’ lante”. Y la ya desprestigiada: “Aquí todos nos estamos cuidando”.
Dos
Historias de la distopía
Distopía es otra de las palabras que sigue la dictadura del like en estos tiempos de límites cronotópicos. Una palabra de múltiples alcances que encontró en la creación artística y literaria un espacio donde guarecerse sin desprestigiarse.
Confieso que es una palabra que espanta sin ser espantosa. Se hermana con otras de igual calaña como toponimia, topología, utopía, topónimo y el ya mencionado cronotopo, y otras donde el topo ya resulta un lugar común.
Aunque en algunos diccionarios se establece (sí, diccionarios) que se trata de una sociedad irreal, futura o inexistente, hay evidentes pruebas de distopías reales, presentes y existentes. He ahí el desprestigio en que han caído las listas de palabras con definiciones y acepciones.
Se referencia también, aberraciones de diccionarios, que distopía se contrapone a utopía. El historiador Jacques Barzun, asegura que Sir Thomas More, Tomás Moro, la tomó de la raíz griega ou, no. Barzun sugiere mejor eutopía, eu, bueno, y topos lugar: buen lugar para vivir, contrario a dos lugares que no existen o solo se imaginan en la literatura y en las artes plásticas.
A propósito de artes plásticas. Sucede ahora en Bogotá la exposición Creaturas distópicas. Es Casa San Felipe (Calle 75 con 22) estará abierta hasta el 19 de julio. Algunas de esas creaturas son humanas. ¿Hay algo peor que eso?
Uno de los creadores presentes en esta muestra es el artista plástico/ilustrador, Mateo Villarreal, Mott. Sobre esta muestra establece: “El hombre siempre estará acompañado de su sombra, la cual nace con él y se crea en el momento de la gestación. El hombre entonces buscará eternamente el contacto con la luz para poder así reconocerla y encontrar en su sombra el camino a la iluminación. Creaturas distópicas busca ese reconocimiento con el conflicto y el desorden, enfrentando al espectador a una serie de estéticas y tendencias visuales que rayan en lo mórbido y transgresor. Sin embargo, busca por medio de estas un complemento que le da un sentido más humano y más real al concepto de belleza y luz”.
La muestra Creaturas distópicas rota los artistas y sus obras de forma permanente. Es una gran sala para ver y sentir qué perciben y reflejan los nuevos artistas de estos tiempos en los que la eutopía escasea. (Si quiere saber más de estas creaturas vaya a Casa San Felipe o visite @silvereditions.)
En el municipio de Funza, Cundinamarca, se lee con mucho entusiasmo el libro Sobrevivientes. Se aclara al instante que se trata de una Antología de distopías desde el confinamiento.
En palabras de su editor, Víctor Manuel Mejía, se trata de una recopilación de crónicas, relatos y piezas poéticas inspiradas en los sentimientos de desasosiego y desconcierto generados por la pandemia.
“Año 3000. La misma ciudad que hasta hace poco era controlada por el tiempo. Supongo que es temprano, la calle está mojada, seguro llovió hace poco. En un café cercano entra una mujer, solo quiere verlo a él, sabe que al caer la tarde llegará con esa voz ronca que le agrada. Pedirá un café negro, amargo, puro y se sentará a leer el periódico sin fecha. Pocas veces levantará la mirada para observar a través de los ventanales la calle”. Se lee en el texto titulado Esclavos del tiempo de Jimena Bacca.
“Vamos a bailar, vamos a bailar descalzas, hasta sentir el fastidio de la mugre entre los dedos./ Vamos a bailar que estamos juntas, ahora todo está bien. Mientras te bailo me abrazas y pasas tu mano por mi cabello graso./ Yo te bailo, no hay que tener miedo al frío que sosiega la noche./ Yo te bailo, mientras miras el techo aterrada por no saber cómo recuperar el sol./ Yo te bailo, cojámosle el paso a la rutina./ Yo te bailo, ya no embriagues más la almohada con tus lágrimas/ Yo te bailo, y te cargo en la espalda como lo hacía papá... me adentré en lo profundo de mi cueva, me apreté la cintura y hacía pequeños círculos con mis hombros mientras que el resto de mi cuerpo oscilaba. Cerré mis ojos, y respondí, yo me bailo//”. Se lee en el poema de Nicolle Pérez.
Los autores hacen parte del taller Los sobrevivientes, creado en 2020 para dar refugio creativo a varios escritores de Funza y otros municipios de Cundinamarca. La antología contó con el apoyo de la alcaldía y el Centro Cultural Bacatá. El libro ganó la Beca de antologías de talleres literarios que entrega el Ministerio de Cultura. (Acérquese y échele una lectura).
El escritor Félix Mauricio Molina presentó recientemente su libro Cuenta saldada, un libro de relatos escritos entre 2019 y 2020. Se siente la transición estética entre aquellas épocas de libertad y las recientes de confinamiento. El paso dado hacia una experiencia inevitable en la que la creación parece alentarse. La selección de los epígrafes del libro marcan su sentido: “El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto”. Séneca. “Dije además en mi corazón en cuanto a los hijos de los hombres: ciertamente Dios los ha probado para que vean que son solo animales”. Eclesiastés 3:18.
La obra de Félix Mauricio Molina es, de manera evidente, la menos distópica de las tres referencias hechas aquí. Es un libro que plantea relatos cargados de todas las humanidades distópicas posibles. Podrían ser peor si se tratara de literatura de no ficción. Un libro está permeado por el ágil estilo de la oralidad y la meditación al escoger las palabras. “Ayer volvieron a insinuarme lo mismo. Pensé que después de un tiempo dejarían de hacerme preguntas veladas”. Son las primeras líneas del cuento Impresiones.
“¿Cómo dice? ¿Qué si alguna vez mi compadre mordió la lona? Que yo recuerde… tres veces, en treintaiuna peleas, pero que alguna haya sido importante, no creo. Si no me falla la memoria, una, más bien fue un resbalón. Aunque, ahora que echo cabeza, sí, hubo una vez que cayó en silencio, sin testigos, y sé que esa vez sí le importó”. Escribe Félix Mauricio Molina en su cuento Duelo final.
Tres
Frases antidistópicas
Hay más distopías en la realidad que ficciones en las distopías. Hay más eutopías en la ficción que utopías en la realidad. Creo que ya lo sabíamos. La muestra Creaturas distópicas va en busca de la luz, como dice Mateo Villareal, Mott, así haya más oscuridad. Lo mórbido y trasgresor sigue presente en la realidad. También lo sabíamos.
Todo ha cambiado, menos los seres humanos.