El COVID-19 y su correlato la cuarentena es, esencialmente, exponente y fuente de inequidad. Como enfermedad golpea a los más vulnerables (mayores de 70 y enfermos crónicos), la mejor forma de contenerlo, la cuarentena: impacta con mayor dureza a personas pobres, empresas pequeñas, trabajadores independientes y, en el largo plazo, a los países más pobres.
Como resultado, veremos muchos grupos sociales empobrecidos, mayor concentración de la riqueza, fragmentación y especialización de los mercados. Por otra parte, como corolario muchas muertes por violencia y hambre, para las cuales no habrá conteos diarios en noticieros de televisión, radio y prensa, y que con certeza serán mayores a los producidos por la epidemia.
Evitar estos efectos negativos requeriría de la acción colectiva de todos los países, ¿se dará o prevalecerán las respuestas individuales? En este contexto, una propuestas de política social radical que se ha venido postulando desde hace varios años, como entregar una rovod, puede convertirse en sendero para evitar el hambre y la pobreza, que en Colombia, puede llegar a afectar al 60% de la población que vive de empleos informales o que se encuentran en desempleo o, simplemente, ya no hacen parte de la población económicamente activa.