Hace un par de meses, envié un escrito a Las2Orillas cuando aun no había aparecido la pandemia por estas tierras titulado “Llegara el Coronavirus a Colombia?”. Algunos en ese momento me tildaron de exagerado, xenófobo o paranoico y hoy tiempo después vamos en 20.000 casos . Yo mismo hago parte de esos 20.000 dado que estuve positivo y felizmente hago parte de los aproximadamente 4.400 recuperados.
Mi diario vivir me hace ver y volver a ver pacientes sospechosos, recuperados y confirmados de Covid-19 y cuando logro desconectarme, y enciendo la televisión, encuentro tres meriendas, tres “golpes” como llamamos coloquialmente de COVID-19 y eso ha hecho un hartazgo no solo en mi, sino en un grueso grupo poblacional. Los informativos (por que eso no es periodismo) de este país, infunden terror para hacernos olvidar de todo lo demás, el miedo cunde por la calles, pero tristemente cunde más por lo campos a punta de bala y silencio, de carpetas e interceptaciones ilegales, que terminan en la mas “ exhaustiva investigación”, que como siempre a nada conduce.
En estos tiempos de enfermedad, veo con tristeza como nuestro sistema de salud es risible, precario en sus mas finas bases, como se castiga al trabajador de la salud, rebajándole el salario en plena crisis (ya ruedan cartas de Clinicas como la del Norte en Barranquilla, decretando la disminución del 35% y en otras dan avisos que disminuir hasta el 50% de lo facturado por los profesionales). Es ahí cuando me pregunto, ¿así es como nos piensan dar nuestro cacareado abono extraordinario?.
De aplausos no comemos, ni mercamos, ni sostenemos hogares, colegios, niños, escuelas ni transportes. Lamento decirlo, pero la colombiana es una sociedad indolente, poco solidaria y además desesperada en la producción del día a día, pues aquí son pocos los que pueden subsistir 60 días con los ahorros, eso sin contar al sistema Bancario que se ha aprovechado luctuosa y descaradamente de los millones de compatriotas. Un desayuno fatal.
Al almuerzo, la cosa no cambia. Ya nada asombra aquí, donde la corrupción campea a sus anchas y los pobres “están acostumbrados a pasar un mes sin comer”, citando a un concejal de Monteria. Ni que decir de los siempre bien ponderados extremos de la derecha y la izquierda, preocupados por primas para no pagar en junio o exagerando enfermedades mayores en el extranjero a manera de show mediático. Es un almuerzo pesado, agobiante, uno quisiera cerrar los ojos y no tener que esperar la cena.
Pero en esta ultima, mi pesimismo me espera. Duque y su séquito, es decir, El séquito del que no debe ser nombrado citando a una viral serie de difusión en Whastapp , Twitter y Youtube, solo esperan que el mismo de instrucciones, diga algo pero la suerte no sonríe a nuestro vetusto presidente, ni su añorado buen juicio previo, y hasta los patrones del fútbol, van a hablar con el que manda, por que como dijo el celebre Gilberto Rodriguez Orejuela al momento de ser extraditado, “me voy feliz a negociar con el que ensilla al caballo y no sigo hablando con la bestia.”
Mientras seguimos asistiendo a la incapacidad manifiesta sabida de un gobierno que no sabe manejar un país y deja una sensación de que tampoco maneja la pandemia, mientas esperamos las famosas ayudas que salen al desayuno, almuerzo y cena, y aderezan un futuro de desempleo y desesperanza. Un futuro que no pinta para Todos.
