El mundo se contrae ante el avance incontrolable del COVID-19, pero no a todos en este globo terráqueo les ha ido mal con la pandemia. Para las poderosas compañías farmacéuticas de uno y otro lado del planeta, que desde la época de los famosos boticarios del siglo XIX, por cientos de años han llegado a construir enormes imperios económicos gracias a las enfermedades de la humanidad, el coronavirus les ha caído como un regalo que los Reyes Magos les ha traído de manera inesperada.
Ninguna de las multimillonarias farmacéuticas que hoy tiene en sus manos la vacuna para paliar la peste que nos azota ha dejado ver la más mínima solidaridad para con los miles de millones de habitantes de este mundo. Todas se han desbocado frenéticamente en una competición maratónica, acelerando procesos y eludiendo controles para llegar de primeros a la meta del mercado mundial. Un mercado que les dejará tantos ceros a su izquierda como planetas hay en la Vía Láctea.
Según se ha revelado por parte de representantes de la Unión Europea, las vacunas más baratas son: Oxford/AstraZeneca (1,78 €) y la de BioNTech/Pfizer (12 €). Hay que anotar que de esta vacuna se requieren dos dosis, lo que equivaldría a 24€, el costo para inmunizar a una persona. Entre telones, están la de Johnson & Johnson, US $8,50; Moderna, US $18; y la rusa Sputnik V, US $10.
Los estados ricos como Canadá, Estados Unidos, Australia y la Unión Europea han comparado la producción de vacunas dejando al resto del mundo para el 2022. Mientras tanto, como sucede siempre, los países pobres más conocidos como del tercer mundo, América Latina, África y Asia, van a tener que esperar las migajas que poco a poco lleguen.
Según información de varios medios y del propio presidente Duque, Colombia le ha comprado a Pfizer y BioNTech 10 millones de dosis que cubrirían solo a 5 millones de colombianos, ¿y los otros 45 millones?, ¿para las elecciones de 2022?