Desde lanzarse por firmas hasta aceptar abiertamente el uso de recursos públicos para realizar campaña, Germán Vargas Lleras ha sido fiel ejemplo de un coscorrón directo al equilibrio de poderes; uno que lo ha dejado aturdido para que funcione adecuadamente. Estamos posiblemente ante uno de los ejemplos más descarados de “el fin justifica los medios”, dado que esta campaña desde su mismo origen ha estado rodeada de polémicas, corrupción y malas maneras de abrirse camino, teniendo como cómplice a los mismos entes de control.
Esta discusión no debe centrarse en el “deber ser” de las cosas, es decir, en asuntos como las traiciones, las alianzas o los cambios de discursos, que si bien pueden llegar a ser repudiables al menos aplican esa máxima de “el fin justifica los medios” desde el límite de la legalidad; por el contrario, debe darse desde ese “ser” de las cosas que estipula la ley y es ahí donde entra el (des)equilibrio de poderes.
Comencemos por las firmas. Este es un mecanismo estipulado en la reforma política del 2003 en el cual se buscaba revertir los efectos negativos que se produjeron en el sistema de partidos a raíz de la constitución de 1991 (surgimiento de infinidad de partidos y movimientos políticos). Este mecanismo busca proteger a pequeños movimientos y candidatos en caso de estos no contar con un partido o una personería jurídica.
Por el otro lado, para que las firmas tengan validez se debe de cumplir el número requerido de firmas (aproximadamente el 20% del censo electoral). Estas deben ser revisadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE), proceso en el que además de verificar la veracidad de las firmas se debe asegurar que las mismas hayan sido recogidas adecuadamente.
Estos dos elementos ya dejan mucho que desear en la campaña #MejorVargasLleras. En primer lugar, porque estamos hablando del “dueño” de uno de las partidos más grandes e influyentes de los últimos años en el país; es decir, Vargas Lleras no es ningún candidato independiente ni mucho menos un sin partido. En segundo lugar, a diario salen noticias de las formas y medios que se están utilizando para recoger firmas, en donde se incurre en irregularidades como la presión y el engaño.
El primer elemento mencionado genera una desigualdad de condiciones respecto a otros candidatos, debido a que, como ya mencioné en otra nota, este utiliza la maquinaria de su partido sin cargar a las espaldas la imagen del mismo; mientras otros deben hacer lo mismo sin una maquinaria capaz de hacerle frente. El segundo elemento incurre en irregularidades, en donde el coscorrón al sistema de partidos y al CNE se hace mayor, dado que ningún ente de control ha puesto el grito en el cielo para evitar que tanto la segunda como la primera irregularidad sucedan.
En otro lugar tenemos a las revelaciones hechas en una entrevista de Noticias Caracol. Aceptar abiertamente el uso de recursos públicos para realizar campaña reúne dos acciones dignas de ser investigadas por el Consejo Nacional Electoral y la Procuraduría. Lo anterior significa que se hizo campaña fuera de los periodos permitidos, y que esta se hizo con recursos cuyos orígenes no son permitidos ¿Recuerdan cuando se criticó a Santos por hacer campaña para la reelección y el plebiscito con recursos del Estado? Esas mismas críticas debería generar las declaraciones de Vargas Lleras.
Queda entonces claro que Vargas Lleras puede con completa libertad darle coscorrones al equilibrio de poderes y usar todos los medios posibles para lograr su objetivo. Esto es consecuencia de una repartición de cargos en donde quienes son los encargados de darle vida al equilibrio están bajo sus órdenes y se comportan de manera sumisa ante las órdenes del patrón. Fiscalía, Procuraduría y altas cortes hacen parte de un sistema completamente cooptado que no permite la libre y democrática competencia electoral ¿Cuántos más coscorrones habrá de dar?