Senadora Viviane Morales, quiero invitarla a que lea la siguiente historia, que tiene los matices más representativos del recurrente panorama colombiano.
Cuando tenía 20 años, el padre de mi hijo murió en un accidente de tránsito. Quedé con un bebé de siete meses de nacido.
Por aquella época, mis padres (heterosexuales) se estaban separando, por infidelidades reiteradas de mi padre (el típico macho). De esa separación quedaron dos niñas menores de edad (de 12 y 6 años) y una abuela (madre de mi madre) que estaban viviendo conmigo cuando la tragedia nos sorprendió.
Yo era muy joven, demasiado, para asumir tanto drama, porque no sabía que era peor si el divorcio de mis padres, o la muerte temprana de mi pareja y padre de mi bebé. Pero asumí con valentía esa nueva situación y enfrenté todos las estocadas que la vida me ofrendó por ser mujer, joven y vulnerable (caldo de cultivo para cualquier depredador).
Como ya le dije, quedé indefensa, porque le comento yo no trabajaba fuera de mi casa, ni ganaba sueldo, era la pareja de un machista, abusador, pendenciero con las mujeres y un gran etc. Situación que no me permitía salir a trabajar o desarrollarme como persona en un ambiente social. Era una simple y desprestigiada ama de casa.
Al presentarse esa nueva condición en mi vida, y con esas personas a mi cuidado, el panorama no era muy alentador. Pero con la ayuda y el apoyo de mi Madre (1ª mujer), mi abuela (2ª mujer), mi hermana de 12 años (3ª mujer) y mi hermana menor de 6 años (4ª mujer), logramos batallar y hacer un frente unido para la brega y la consecución del pan de cada día, el cuidado, la protección, la educación y el desarrollo de ese bebé de siete meses que quedó sin la única representación masculina que había en mi seno familiar.
El hecho de haberse criado con mujeres no lo hizo ser o parecerse a una de ellas. Pero déjeme decirle, que, siempre le enseñé el profundo respeto por las diferencias, la compasión por el débil, el amor por los animales, la admiración por los que se atrevían y la defensa férrea de sus opiniones y sus posturas ante los demás. Le enseñé a no negociar sus principios.
Desde entonces y para siempre mi hijo no ha pronunciado la palabreja “papá” o “papi”. Hoy Con 32 años de edad, es un hermoso joven profesional (Comunicador Social), padre, hijo, hermano, amigo, compañero, y hombre respetuoso del orden moral, ético y social de sus conciudadanos, trabajador desde jovencito, inteligente, intrépido, brillante, creativo y sobre todo un gran hijo de Dios que se permite valorar a las personas por lo que ellas representan, son y entregan al prójimo, independiente de su origen, sexo, raza, credo, religión, estrato social o su limitación ideológica para analizar y comprender la igualdad en los derechos socio humanos que todos debemos tener y que personas como usted y su grupo religioso y político ansían cambiar a punta de referéndum, oraciones, ayunos y manipulación emocional de los ciudadanos.
Aún así, ese hombre, criado, educado y formado por mujeres, es un ser humano íntegro, quien daría la vida por la nación que él cree y considera vale la pena amar y dignificar con nuestros actos.
De mis dos hermanas menores, producto de un matrimonio heterosexual hecho trizas, que fueron educadas por una joven viuda, una anciana abuela, una madre divorciada, le cuento Senadora Morales, que son hoy en día mujeres casadas, madres sobreviviendo en un país polarizado, sectario, derechista, retrógrado e inhumano, pero con las taras propias de lo que pudo haber sido y no fue.
Senadora, esta pequeña historia que le acabo de narrar, es para decirle que su antipatía por la adopción por parte de personas del mismo sexo obedece exclusivamente a una fobia en lo sexual, en las sensaciones físicas que los homosexuales se puedan expresar, porque en lo demás no hay diferencia alguna en cuanto a la formación que mi hijo recibió de mi entorno familiar que era netamente matriarcal.
Sus hijos también sufrieron la fractura emocional del matrimonio roto de sus padres. Su hijo menor, cuando usted se casó con el señor Lucio, no tenía la capacidad ciudadana de aceptar la decisión que usted asumió por él y sus otros hermanos. El que se haya casado con un hombre no quiere decir que eso haya sido lo ideal para sus hijos.
Ni respeto ni estoy de acuerdo con esa postura de persecución social contra una minoría. Sencillamente, porque al ser congresista de Colombia está violando claramente la Constitución a la que usted juró defender y respetar por encima de su credo y su religión.
Soy una mujer orgullosa de mi trabajo como madre soltera para la época de los hechos y no pediría que se cambiara una sola coma en la construcción de esa historia, si eso fuese posible; lo que hice en ese hombre que es mi hijo, es lo que realmente me identifica como ciudadana de este país.