Estuve viviendo de forma intensa el mundo queer por el mes de junio, acompañando a mi hije que participaba en un concurso drag en un bar queer de Medellín. Así que desayuné, almorcé y comí todo junio e inicios de julio entre chicos de la comunidad LGBTI+. Qué puedo decir, descubrí lo que sabía: que son seres humanos absolutamente humanos. Entonces, no encontré diferencia alguna entre elles y yo. Bueno, sí hay diferencias, las que los heretonormados hemos creado.
Mi hije hacia su transformación para drag en la casa de una amiga donde había un niño de 7 años con quien jugó Minecraft y armó Legos, y que preguntó el primer día que la vio draguerarse por qué se veía así. Elle le respondió que era un disfraz y así lo entendió. Le decía que tan lindo se veía al terminar su proceso y ya; jamás lo vio como algo raro, ni le tuvo miedo. Creo que un niño no tiene en su corazón nada diferente a amor, pero los adultos siempre terminamos dañándolo y llenándolo de odios, miedos, inhibiciones y exclusiones.
Además, encontré que en la mayoría de los casos son chiques excluidos desde su familia, así que era algo extraño ver una mamá y una hermana ahí ayudando, acompañando, sufriendo, llorando, alegrándose y sintiéndose orgullosa de sus triunfos, y doliéndose de sus pequeños fracasos. Cada vez que podían, me hacían saber qué tan feliz los hacía mi presencia y escuché en más de una oportunidad "ojalá existieran más mamás como tú, habría menos niños tristes".
Qué más puedo decir. Sí, sí hay diferencias, porque todos esos maravillosos jóvenes que conocí, que ríen lloran, discuten y sueñan (igual que usted y yo), viven con miedo, así como creo que vivimos sus mamás y quienes los amamos... miedo a que en una calle los agredan porque sí, sin motivo; miedo a ser maltratados física y psicológicamente mientras hacen lo que todos hacemos... vivir.
Además, aprendí que pasado el mes del pride ya no todos estaremos rodeándolos y apoyándolos como en ese junio maravilloso donde pareciera que todo es de colores, para que una vez ello pase elles sigan viviendo miedosos y excluidos de muchos ámbitos.
Tengo demasiadas cosas por decir que acá no alcanzo. Regreso a casa, mi hije seguirá estudiando en la universidad una carrera y buscando el sueño de ser una exitosa drag en un mundo de homofóbicos. Pero la lucha sigue, su mamá (yo), su hermana y en general su familia (que entendimos que cada persona es un mundo y el de mi hije es de colores) estaremos atentos cada día para que sea posible que pueda vivir además feliz en un mundo de iguales y no solo un mes, sino siempre.
