En la actual campaña electoral colombiana de manera hipócrita y maniquea los seguidores de lo que se conoce como izquierda, especialmente la marxista, tratan de mostrarse como inmaculados rechazando la corrupción, hablando de la decencia, la ética y la transparencia en los sectores públicos y privados con cero corrupción. Lo anterior es un contrasentido porque los regímenes en el mundo con los mayores grados de corrupción han sido las camarillas comunistas, apoyadas por los mamertos criollos, ya que nadie puede controlar los desmanes de una dictadura totalitaria, en donde la represión salvaje y criminal es su fundamento para mantenerse en el poder. Los ejemplos son inocultables.
Para las elites de la secta marxista-leninista en diferentes partes del mundo, utilizar la corrupción es otra forma de lucha, ya sea de caballito de batalla para conquistar el poder o buscando mediante el latrocinio de los recursos públicos consolidar por siempre a sus cuadrillas en la dirección de algunos estados; con ello queda patentado que el Foro de São Paulo bajo la batuta de Lula Da Silva dio la orientación política para que se materializara la corrupción de la empresa brasileña Odebrecht, que pagó coimas en 12 países a funcionarios del sector privado y público. También dio dinero para campañas políticas, comprometiendo a futuros gobiernos con el proyecto del socialismo de siglo XXI de diferentes maneras.
Los regímenes más corruptos que se han conocido en el planeta en el último siglo son los de las dictaduras marxistas o quién puede controlar la corrupción en Norcorea, Cuba, China o Vietnam. No se conoce de algún castigo a funcionario y si lo hay es porque cayó en desgracia con la cúpula del partido. De la misma manera, la corrupción del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) es inocultable y los controles a los bandidos de esa burocracia gobernante prácticamente son inexistentes, recordando que en Venezuela fue el país en donde Odebrecht repartió más sobornos, pues la cuantía es cercana a 100 millones de dólares. Ahí está retratado de cuerpo entero el comunismo totalitario con la corrupción.
En Colombia necesariamente con el conocimiento de la dirección del Foro de São Paulo entraron a las campañas presidenciales de Santos en 2010 y 2014 dineros que no se registraron de la empresa Odebrecht. Se podría pensar que dicho apoyo se enmarcaba para promover el proceso de paz entre el gobierno y las Farc, ya que desde que se creó el Foro de São Paulo en 1990 el sátrapa de Fidel Castro diseñó como estrategia para tomarse el poder en los diferentes países de Latinoamérica en primer lugar utilizar las elecciones, teniendo como tareas previas grandes protestas y movilizaciones sociales como ocurrió en Bolivia, Ecuador y Argentina, o intentonas de golpes de estado como sucedió en Venezuela con Hugo Chávez en febrero de 1992.
Y para Colombia el proceso de paz era la mejor manera de poner a las puertas de la toma del poder a las fuerzas marxistas-leninistas, usando diferentes disfraces, así que las coimas que pagó Odebrecht no eran únicamente para enriquecer aún más a los propietarios de esa empresa, sino que también había un fondo político.
Por ello la defensa de nuestra democracia liberal es de trascendencia capital, ya que su pérdida nos conduciría a que desapareciera la libertad, que como dijera Cervantes: “es por único que se puede vivir y morir”. Sin olvidar que la logia comunista del marxismo-leninismo es la organización que más genocidios a cometido en la historia de la humanidad.
En Brasil hubo denuncias acerca de que las Farc durante 20 años recibieron dinero de la compañía Odebrecht y los cabecillas taxativamente lo han admitido, alegándolo como economía de guerra, con semejante postura prácticamente cualquier argumento político es válido para justificar la corrupción en un país, porque si esa califa comunista totalitaria se exculpa de esa manera, un político corrupto o un empleado del sector privado o alto funcionario del sector público que haya sido sobornado tranquilamente lo puede justificar recogiendo lo expuesto por las Farc. ¿Será que por pertenecer al engendro marxista-leninista existe una patente de corso que les permite a los miembros de una banda armada no solo ser terroristas, genocidas, narcotraficantes y violadores, sino que de paso la corrupción no le es imputable a un grupo narcocomunista?
Con esto queda completamente claro que la corrupción para los seguidores del marxismo-leninismo es otra forma de lucha, en donde no es cuestionada ni combatida, sino que usa únicamente en ocasiones para purgar a los enemigos políticos (como ocurrió en Cuba en 1989 con el general Arnaldo Ochoa). Como lo dijimos anteriormente, en los regímenes comunistas no se reprime a la corrupción cuando es practicada por la camarilla, ya que ella es inherente al marxismo-leninismo, cuyas pandillas buscan el poder del estado eternamente y para que eso ocurra la corrupción debe de ir de la mano del comunismo totalitario.
Ladinamente en Colombia, partidos afiliados al Foro de São Paulo, patrocinador de la corrupción de Odebrecht, se rasgan las vestiduras y promueven campañas en contra de ese flagelo, pero no renuncian a pertenecer a semejante esperpento, buscando engañar a la ciudadanía; por ello el repudio genuino a esa aberración debe partir desde las masas que movilizadas acorralen a los corruptos, ya que también sectores del gobierno han promovido semejante practica tan deleznable. Sin olvidar que el marxismo-leninismo es un padre innegable de la corrupción y en Colombia las bandas narcoterroristas de las Farc y Eln han sido sus fieles seguidoras.