En la utópica búsqueda del equilibrio de poderes y estéril lucha contra la corrupción, el Estado colombiano ha probado diversos mecanismos para la selección de personeros, contralores (municipales, departamentales y distritales) sin lograr con dichos mecanismos garantizar una elección objetiva.
Todas las estrategias probadas han terminado siendo permeadas por la corrupción y a la postre corrompiendo a todas las instituciones que participan en dichos procesos, desde Tribunales Administrativos, como ocurría en el pasado, hasta Asambleas Departamentales, Concejos Municipales y ahora último, universidades con el cacareado y supuesto “Concurso de méritos”.
Concurso que en la práctica terminó en otro vulgar foco de corrupción, en donde los candidatos títeres de Gobernadores, Alcaldes e incluso Contralor General, terminan obteniendo puntajes perfectos, en circunstancias muy sospechosas y a los que pareciere les indicaran que fallaran en al menos 4 o 5 puntos del examen; para no dejar en evidencia lo que es ya un secreto a voces... la venta del examen y la manipulación de dichos resultados para favorecer a contralores y personeros títeres de la corrupción.
Es decir, que el mecanismo mediante el cual se pretendió en esta nación fallida evitar el favorecimiento político, terminó corrompiendo a “algunas” Universidades que cedieron a los cantos de sirena y que hoy ya hacen parte de ese andamiaje corrupto de elección, dando como resultado que la Procuraduría General de la Nación anunciara apertura de indagación y demanda a la elección de personeros en más de 37 municipios del país.
El asunto es tan descaradamente inverosímil que “algunos procesos de selección ya han sido suspendidos el día del examen cuando alguno de los candidatos ha sido sorprendido por sus compañeros presuntamente trascribiendo las respuestas de su calcetín al formulario de respuesta”, en otros casos igual de surrealistas, el proceso que favorece a unos candidatos en un concurso convocado por la administración saliente termina siendo anulado mediante argucias jurídicas por la nueva mesa directiva del consejo a fin de favorecer los intereses del alcalde entrante, es decir un Choque de Clanes que prueba que la atemporalidad en la selección (No coincidencia de periodos) con la que se perseguía independencia fue rebasada por los tentáculos de la corrupción.
El mensaje que a través del tiempo le envían los corruptos a las instituciones y a la nación colombiana es claro: sea cual sea la modificación que se introduzca al procedimiento de elección, la corrupción encontrará la manera de infiltrar los procesos (hecha la ley, hecha la trampa).
El desenlace es contralorías y personerías subyugadas a la corrupción de gobernadores y alcaldes, desnaturalizando por completo su rol, el cual queda reducido a un control selectivo y posterior, en el que deliberadamente se seleccionan para auditar los contratos en los que se sabe no se encontrarán irregularidades por sugerencia de los mismos auditados.
La situación ha escalado a tal punto de cinismo que desde las Contralorías Departamentales se ejerce ahora un Control Posterior Extorsivo a los Alcaldes a quienes les ofrecen impunidad a sus desfalcos a cambio de onerosos sobornos con el fin de recaudar los dineros con los que se cubren los gastos de las multimillonarias campañas a la Gobernación y pago de coimas para la elección de contralor, es decir, “un elaborado Círculo Infinito del Crimen” que desangra las regiones y garantiza la perpetuidad en el poder de clanes políticos.
En definitiva, el cuidado del queso queda en manos de ratones adiestrados por ratas, la labor de control fiscal en Colombia termina en manos de estafetas de los clanes, quienes bajo el aforismo francés ‘dejar hacer, dejar pasar’ (laissez faire, laissez passer) terminan sus periodos de contralores y personeros (sin pena ni gloria) pues es más lo que obedecen que lo que ordenan.
Han trascurrido más de 400 años desde que se gestó el primer acto de corrupción en Colombia con el robo de 5000 pesos oro de la corona a manos del presidente de la Real Audiencia, Francisco Saande. Desde entonces, el germen se expandió como verdolaga en Colombia, sin pausa y sin tregua, infestando todas las ramas del poder público y a la sociedad misma, que hoy convive adaptativamente con esta tragedia nacional que ya hace parte de nuestra esencia cultural y cromosómica.
¿Ahora ya entiende, señor lector… por qué se pierde el queso?
*Exsubdirector de la Unidad Nacional de Protección (UNP)