Por muchos años el Congreso le ha hecho el quite a la expedición de una ley que prohíba definitivamente las corridas de toros y espectáculos afines a la tauromaquia. Sin embargo, se ha ido avanzando a paso de tortuga para llegar a un punto de no retorno: Si el Congreso no prohíbe o reglamenta las corridas y demás espectáculos a más tardar a enero de 2019 (según Sentencia C-041 de 2017 de la Corte Constitucional) se dará fuerza ejecutoria a la inexequibilidad declarada del parágrafo 5 del artículo 3 de la Ley 1774 de 2016 que exceptuó de sanción penal el rejoneo, coleo, corridas de toros, novilladas, corralejas, becerradas, tientas y riñas de gallos. En plata blanca esto quiere decir que si para esa fecha el Congreso no ha expedido una ley que modere esos espectáculos reduciendo el sufrimiento de los animales involucrados o exigiendo su prohibición estos pasarán a ser ilegales y considerados como actos de crueldad hacia los animales. No tiene sentido que exista una ley que considere a los animales como seres sintientes pero que exceptúe ciertas prácticas que atentan contra su integridad en espectáculos públicos de tortura y sufrimiento.
Desde que se conoció el pronunciamiento de la Corte muchos sectores se movilizaron en torno a la necesidad de concertar un proyecto de prohibición o de reglamentación particular para que los toros no sufran en la lidia. ¿Podría ser esto posible? La tauromaquia como una expresión cultural se configura sobre una serie de tradiciones ritualistas muy complejas para los no iniciados y en las cuales la “suerte suprema” se representa en la muerte del toro. Es la victoria del hombre sobre la bestia. Para los taurinos renunciar a la muerte del toro implicaría echar por la borda el sentido de su tradición. Sin embargo, tienen la alternativa de adaptar su visión cultural a las condiciones de una sociedad donde el respeto por la integridad de los animales ha llegado a tal punto que los considera como seres sintientes y no simples cosas sobre los cuales se puede decidir sin importar su integridad. A pesar que los taurinos argumentan erradamente que son una minoría que amerita de protección constitucional no pueden olvidar que la sociedad va evolucionando en su concepción moral y sobre los animales se ha reivindicado su especial protección jurídica.
El debate en el Congreso recién comienza y promete ser uno de los más importantes en el próximo período. Desde que la Corte Constitucional profirió su histórica sentencia se han presentado tres proyectos de ley: 164/ 2016 Senado de Juan Fernando Galán que no plantea la prohibición sino la alternativa de reducir el maltrato del toro y que los Concejos Municipales decidan si prohíben - 271/ 2017 Cámara del Ministerio de Interior favorable a la prohibición de las prácticas taurinas en el territorio nacional - 23 /2017 Cámara de la representante del Centro Democrático Margarita Restrepo Arango que “actualiza” el Reglamento Nacional Taurino a la nueva realidad jurídica. Al fin de la pasada legislatura solo sobrevivió el del Ministerio del Interior aprobado en primer debate en la Comisión Séptima de la Cámara con coordinación del representante liberal Óscar Hurtado. Este proyecto pasará a discusión en la plenaria de la Cámara y luego será enviado a Senado para cerrar el trámite formal en el Congreso. A grandes rasgos el proyecto de ley antitaurino plantea:
-Prohibición del rejoneo, corridas de toros, novilladas, becerradas y tientas. No se incluye el coleo, las corralejas o las peleas de gallos.
-Derogación total del Reglamento Nacional Taurino. A diferencia de los proyectos de Galán y Restrepo que lo “actualizaban” para moderar la tortura del toro.
-Creación de programas de sustitución e integración laboral para las personas dedicadas a la actividad taurina.
Con seguridad se avecina un fuerte debate con movilizaciones a favor y en contra. Sin lugar a dudas este es un tema que genera muchas pasiones. Por este motivo, el próximo 10 de agosto se celebrará en el Auditorio Principal del Edificio de Extensión de la Universidad de Antioquia una audiencia pública al proyecto de ley antitaurino con el ánimo de generar un espacio de discusión entre los sectores impactados por la iniciativa en la ciudad de Medellín.
