Como corredora aficionada en eventos tipo medias maratones de diferentes ciudades y carreras de cinco y diez kilómetros que tales incluyen, me he topado, en repetidas ocasiones, con atletas que llevan a sus mascotas a participar con ellos y me ha resultado imposible evitar preguntarme si dicha cosa será buena o no para los canes. Por tanto, en esta ocasión, he recurrido a diferentes voces, buscando una explicación válida, pretendiendo entender qué significa para un(a) perro(a) correr distancias semejantes; pues, todo este tiempo me ha atormentado tan solo imaginarme que una mañana al animal no se le antoje hacerlo y, simplemente, tenga que.
¿Qué dice la veterinaria?
Primero, por supuesto, recurrí a una médica veterinaria zootecnista: La doctora Jéssica Quitián de la tienda y spa para mascotas Animaland, en Cali, quien me indicó diferentes aspectos a tener en cuenta. Por ejemplo, la preparación. “Cuando se trata de un perro atlético, bien preparado, correr en una carrera se vuelve una actividad más; pues, tendrá una buena condición física y de resistencia. En tal caso, hablamos de algo beneficioso”, dijo, agregando que considera ideal que el entrenamiento se lleve a cabo durante mínimo los cuatro meses previos. Otro tema que tocó fue la edad. “Si hablamos de un can geriátrico, pero con un pasado atlético, genial. Sin embargo, consideremos el caso de uno que, aparte, es obeso, solo ha recibido preparación física durante algunos meses y lo vamos a exponer a un esfuerzo abrupto, de choque para su organismo... En parte, es sentido común”.
Respecto a las razas, la doctora mencionó que para ese tipo de recorridos son propias las de talla mediana y grande, dado el tamaño de sus extremidades; al contrario, verbigracia, de los salchicha, beagle, pomerania o pincher. También trajo a colación el caso de los bulldog, que son “chiquitos, paticorticos y braquicefálicos”. Con lo último se refiere a que tienen invertidas ciertas partes del tejido interior de la laringe, las cuales sobresalen delante de las cuerdas vocales y pueden dificultar -progesivamente- el paso de aire hacia la tráquea.
Asimismo, refirió que, a causa del exceso de actividad física y/o no tener en cuenta los aspectos mencionados, es posible que surjan inflamaciones o lesiones a nivel:
También especificó comportamientos que pueden revelar cansancio o molestia por parte del canino, los cuales se deben tomar como signos de alarma ante los cuales parar de inmediato:
Lo dicho dado que llevar perros(as) a carreras atléticas sin saber si son aptos(as) o no también puede acarrerar problemas a largo plazo. Por tanto, según la profesional, es ideal remitirlos a chequeos médicos después de cada evento y no solo con el veterinario, sino con el ortopedista; pues hay razas, como el pastor alemán, para las que es común presentar luxación de cadera.
“Ante todo”, repitió, “es vital discernir” y remarcó la importancia de iniciar la formación mientras son cachorros, “desde que a uno le entregan la mascota hasta el año, pues ahí formamos al adulto que deseamos tener. Si queremos el atlético, saludable, entonces vamos a comenzar a entrenarlo paulatinamente en casa. Ya entre los cuatro y seis meses, que han completado sus vacunas y desparasitaciones, es el momento de iniciar la preparación física oficial”.
La médica remarcó que descuidar a nuestras mascotas y atentar contra su integridad, así sea sin intención o por ignorancia, puede llevarlas, bajo ciertas condiciones, incluso a la muerte. Para muestra, mencionó que hay que evitar detenerse durante la carrera para brindarles agua, a menos que sea completamente necesario. Mencionó que, de hecho, tal cosa se supone parte de la formación previa, el acostumbrarlas a beber después. Y que, a propósito, tampoco deberíamos dársela apenas terminen, ya que tal cosa los puede llevar a broncoaspirar.
“Hay que dejarlos que se tranquilicen un ratico, se estabilicen, baje su temperatura y frecuencia cardíaca. Así se la van a tomar con más mesura, cinco o diez minutos después”, indicó.
Al referirse a las distancias, le pareció excesivo los veintiún kilómetros de una media maratón, hasta diez consideró apropiado. Además, señaló vital tener en cuenta el ritmo. “Con un perrito es correr por completar la carrera, por participar, no por llegar de primero. No podemos forzarlo. Como humanos, nos encontramos en otra condición y estado mental. Ellos solo corren por diversión”, puntualizó.
¿Y el entrenamiento?
Continué asesorándome con Daniel Elías Cuartas, miembro desde hace nueve años del equipo ‘Agility’, el cual practica en Cali esta modalidad competitiva, en la que un guía dirige a su perro sobre una serie de obstáculos, los cuales debe librar de manera limpia y compitiendo contra reloj. Según él, practicar cualquier deporte es importante para los caninos, por salud e incluso por el vínculo que se desarrolla con el amo; pero “todo debe ser en clave ‘bienestar animal’, esa es la prioridad”, refirió, coincidiendo con la doctora Quitián sobre lo perjudicial que puede resultar llevar un(a) perro(a) que no está acostumbado(a) a correr varios kilómetros de golpe.
“Debe haber un proceso de entrenamiento previo, una preparación enfocada al disfrute”, la cual, continuó, “es primordial que incluya ejercicios de adaptación al ambiente de carrera; integrándolo, poco a poco, a actividades similares”, expresó, refiriéndose tanto a la concentración de personas y otros canes corriendo cerca de ellos, como a la música a alto volumen y el sonido de altavoces. Esto enfocado en que dichos estímulos no lo alteren para, asimismo, evitar una posible reacción negativa; sino, “es posible que haya problemas”, indicó, agregando que, así como hay carreras que incluyen categorías para niños y ‘paratletas’, él, “como organizador de un evento depoprtivo de este tipo, abriría un espacio exclusivo para personas que corren con mascotas”; tal cosa de forma organizada. La imagina similar al canicross, deporte que consiste en correr con un perro unido mediante un arnés, un cinturón para el humano y una linea de tiro amortiguada.
Sobre la preparación física, Daniel mencionó que “el can debe salir a correr mínimo tres veces por semana, con un buen clima, el arnés adecuado y, cuando el pavimento esté caliente, protección para sus patas; si es que no se corre en tierra, que sería lo ideal”. Señaló que es indispensable que cada jornada, similiar a las de un humano, incluya calentamiento previo y enfriamiento y estiramiento posteriores. De hecho, reconoció a los fisioterapeutas veterinarios como profesionales vitales para guiar tales procesos.
Igual que la doctora Quitián, Daniel consideró que la preparación atlética comienza desde el día que el can llega a la casa, con el fin de que al uno o dos años ya esté formado en el deporte. También indicó que, tras terminar el recorrido, la idea es que el(la) perro(a) tenga un proceso de recuperación, tanto a nivel mental como físico. “Hay que sacarlo de ese ambiente en cierta forma estresante para él, realizar actividades como juegos, ponerlo a buscar comida escondida, cosas que lo diviertan”, aconsejó y concluyó opinando que los cuarenta y dos kilómetros de una maratón, definitivamente, son una exageración para un can.
Desde la logística
Por su parte, Juan Sebastipan Restrepo, director de la Media Maratón del Quindío, cuya versión este año se llevará a cabo el 17 de marzo en Armenia, aseguró que en el evento no se promueve la participación de mascotas, debido a los riesgos que esto puede generar para ellas; precisamente, al tratarse de un ambiente que, tal vez, les resulte muy ajeno. “Además, hemos sido testigos de cómo se generan accidentes de los mismos dueños u otros corredores al enredarse con la correa. Otra vez vimos que, en una carrera, el suelo estaba tan caliente que le lastimó las patas a un perro”, comentó, agregando que “hay quienes, bajo su responsabilidad, corren con mascotas, pero a estos corredores se les hace saber los riesgos y responsabilidades que deben asumir”, puntualizó.
Igualmente, Juan Sebastián invitó a organizadores de carreras atléticas a realizar eventos especializados para corredores con canes y advirtió que las actividades en que se estimule e invite a los corredores a llevar a sus mascotas, deberían tener muy clara la reglamentación al respecto; pues, a su parecer, la responsabilidad ante cualquier eventualidad debería recaer exclusivamente sobre el dueño de esta.
El animalismo habla
Terry Hurtado, reconocido activista, quien fundó la Federación por la Liberación Animal hace casi veinte años y acaba de terminar su primer período como concejal de Cali por el Movimiento Animalista del Valle, coincidió con la doctora Quitián al resaltar que los perros de talla pequeña no son aptos para participar en actividades de una exigencia física tal, así que no lo recomienda para ellos. “Y se suma un tema de temperaturas altas. Esa es otra variable: la hora de la carrera, pues se puede llevar incluso a un golpe de calor, el cual es posible que genere la muerte al canino. Hay que elegir un momento adeucado, lo cual significaría muy temprano en la mañana, ya cayendo la tarde o en la noche. Incluso, mejor si se opta por senderos destapados, sobre pasto”, lo último similar a lo recomendado por Daniel.
Como alternativa, en casos de perros(as) que no cumplan con las condiciones idóneas, Terry propuso a los amos salir a trotar con ellos(as) en escenarios recreativos, lo cual, dice, cambia totalmente las circunstancias para el canino; que sea de manera no competitiva, con una exigencia más baja. “Menos distancia y velocidad; que el ritmo lo defina el animal, sus capacidades y metabolismo. Nosotros, como familia, acoplarnos”.
Lo consideró factible, siempre y cuando la prioridad fuera la comodidad, bienestar y, sobre todo, el deseo del can. “Si el perro solo quiere correr dos, tres cuadras, pues es todo, no hay problema”, observó y, al igual que la doctora Quitián, recomendó estar atentos a cualquier señal de cansancio, sea en este escenario o en el de una carrera; así como evitar a toda costa exigirle más de la cuenta, ya que “esa lógica y espíritu competitivo es nuestro y no podemos proyectársela a él”.
Para finalizar, puntualizó: “Salir a trotar con un can no debería entenderse como una actividad donde este es un accesorio del humano, ni una herramienta de seguridad, sino como un acto recreativo, en el que se procura evitarle cualquier riesgo y, en cambio, dejarle que disfrute a plenitud. Es lo mismo que si saliéramos a correr con un niño pequeño, así mismo debemos hacerlo con nuestro perro”.
Si no consiento que le digan feo(a) a mi perro(a)...
Casualmente, después de realizadas estas entrevistas, asistí a uno de aquellos eventos y, claro, noté el peligro de las correas atravesándose durante la carrera, vi especímenes de raza pequeña listos para correr cinco o diez kilómetros. Y, junto con las opiniones y el conocimiento que me brindaron los citados expertos, confirmé que correr con un(a) perro(a) en una carrera es maltrato animal, por supuesto, si tal cosa la pone el amo. Ya vimos, todo depende de la condición del can y de la longitud del recorrido. O puede no serlo, si se han tenido en cuenta estos puntos; sin dejar de lado el entrenamiento, la raza y la edad. Es que el solo hecho de tener un perro es maltrato si lo mantengo amarrado en una terraza, al sol y al agua; o no, en absoluto, cuando es parte de la familia y tiene sus necesidades cubiertas.
Como especie, nos hemos equivocado miles de veces con los animales. En este caso, probablemente, sin una pizca de maldad. Mientras escribía este artículo, mi hermano me confesó que él no hubiera dudado en llevar a una carrera a la bóxer que tuvimos cuando yo era adolescente, si se le hubiera presentado la oportunidad. “Simplemente, me hubiera parecido chévere”, justificó. ¿Y qué mala intención iba a tener? A sus trece años, a ella, a Natacha, hubo que dormirla. Perdió totalmente la movilidad de sus patas traseras, hasta esfíngeres. Se arrastraba, gracias a la displasia de cadera. Y nunca participó en una carrera, ¿qué tal que él la hubiera llevado, sin hacerla revisar después por un veterinario ortopedista, como recomendó la doctora Quitián? ¿Y si, entonces, lo hubiera repetido otras dos, tres, diez veces?
Todo es relativo, ¿ven? Ya mencionamos aquí la ignorancia; hablemos, entonces, de la inocencia de un muchacho de veinte, veinticinco años en aquella época. Ahora él tiene un Pomerania y seguro jamás se le pasaría por la mente hacerlo porque su mentalidad cambió ahora que conoce las opiniones de estos profesionales. Entonces, ¿qué tal si a todos los que corremos nos pasara lo mismo? ¿Si esto se vuelve de dominio público? ¿Si los mismos organizadores de carreras y maratones lo advierten? ¿Si la Policía Ambiental interviene con campañas de concienciación?
Hace poco vi un comercial en televisión nacional sobre la relevancia de sacar a los perros de manejo especial con bozal, ¿y si informaran sobre los temas que aquí hemos tocado? Los eventos deportivos cada vez cogen más fuerza en el país, se están volviendo masivos. Esto es importante.
La doctora Quitián en un momento mencionó: “es que ellos no tienen voz para decir ‘ya no más’. Así como yo me preparo para una carrera, lo mismo tengo que hacer con mi animalito”. Las mascotas son almas completamente puestas a nuestra merced, ¿qué es lo que haremos con ellas? ¿Lo que les ofrecemos mientras están con nosotros? Porque tal cosa es lo que vienen a saber al mundo, la prueba que tenemos como humanos. Si no consiento que le digan feo(a) a mi perro(a), ¿por que voy a atentar contra sus pulpejos, articulaciones, vida? Ellos darían todo por nosotros. Desde hoy, no olvidemos más lo que dijo la médica: que los perros solo corren por DIVERSIÓN.