Corporativismo y diálogos de paz en Colombia

Corporativismo y diálogos de paz en Colombia

Por: Oscar Andres Castano
marzo 30, 2015
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Corporativismo y diálogos de paz en Colombia

La expansión geográfica y la reorganización espacial son opciones posibles para solucionar las crisis de acumulación del capitalismo, afirma el prolífico David Harvey para explicar en parte cómo opera la acumulación por desposesión, característica esencial del capitalismo y el nuevo imperialismo, rasgos sobresalientes del mundo hoy en día. Esta expansión geográfica posibilita igualmente el aumento y la intensificación del monopolio por parte de las corporaciones y los Estados del denominado primer mundo en todos los sectores de la actividad económica así como la creación de nuevos mercados funcionales a la agenda político-económica de dichos actores.

La expansión geográfica y la reorganización espacial son opciones posibles para solucionar las crisis de acumulación del capitalismo, afirma el prolífico David Harvey para explicar en parte cómo opera la acumulación por desposesión, característica esencial del capitalismo y el nuevo imperialismo, rasgos sobresalientes del mundo hoy en día. Esta expansión geográfica posibilita igualmente el aumento y la intensificación del monopolio por parte de las corporaciones y los Estados del denominado primer mundo en todos los sectores de la actividad económica así como la creación de nuevos mercados funcionales a la agenda político-económica de dichos actores.

La deslocalización de las actividades productivas de muchas empresas norteamericanas y europeas del sector secundario hacia el sureste asiático y China en las últimas décadas, es un ejemplo que puede ayudarnos a entender la situación anteriormente descrita. Esta condición se expresa con mayor nitidez a la hora de hablar del sector primario, y concretamente de la versión extractivista que actualmente está en auge y guía de forma distorsionada el desarrollo de muchos países que comparten una característica relevante: el hecho de haber sido territorios colonizados por los países europeos durante las distintas fases del imperialismo.

Este artículo es mi lectura acerca de la relación existente en los actuales diálogos de paz entre el Estado colombiano y las Farc y el avance de la actividad extractivista liderada por el corporativismo proveniente de países como Estados Unidos, Canadá o algunos de Europa. Corporaciones dedicadas a la explotación de los recursos forestales y de los llamados “minerales estratégicos” actividad que genera poco valor agregado en el país donde se extrae el recurso, ya que el procesamiento de esta materia prima se efectúa en otros espacios. El concepto de acumulación por desposesión será de gran utilidad para fundamentar la relación entre estos dos hechos que frecuentemente se presentan en los medios oficiales como cuestiones aisladas, pero que en el fondo son el motor que ha impulsado decididamente los puntos negociados en La Habana, y el apoyo político por parte de varios países hegemónicos encabezados por Estados Unidos, tal vez el país más interesado en que el acuerdo se firme pronto.

El Corporativismo es el término con el que se ha designado el protagonismo de las empresas transnacionales en la agenda de la globalización económica. Ese protagonismo se expresa en el poder económico y político que dichos actores han acumulado a través del tiempo y el cual han empleado como medio para presionar a los gobiernos de los Estados en los cuales buscan ejercer su actividad. En Colombia con frecuencia la utilización de ese poder ha involucrado el uso de formas fraudulentas de presión para generar marcos de actuación favorables a la empresa en el territorio donde va a operar, en otras ocasiones ese poder ha buscado generar una especie de acuerdos de gobernanza con los actores armados que predominan en el espacio geográfico. La condena reciente a una multinacional de obras civiles por el pago de sobornos al ELN en Arauca sirve como ejemplo de este último punto.

Esta subordinación del Estado colombiano ha limitado históricamente su marco de actuación autónoma y ha generado conflictos territoriales a lo largo y ancho de Colombia, pues los desacuerdos en torno al proyecto económico relacionado con la productividad de la tierra han sido manejados erráticamente por el Estado siempre favoreciendo los procesos de gran escala, es decir, aquellos administrados tradicionalmente por los hacendados (latifundios) y más recientemente por el corporativismo. La transformación espacial que se observa a partir de los procesos de cultivo de caucho y maíz en gran escala en la región de la Orinoquia, específicamente en la altillanura ayudan a comprender este proceso.

Los puntos negociados en La Habana y la firma de ese acuerdo, son condición fundamental para generar un marco político y territorial menos conflictivo, pues ello continuamente ha sido un factor de fricción a la acumulación de capital, es decir, produce un margen no adecuado de ganancias; también ha sido un factor de impedimento para que en las regiones de la Orinoquia y la Amazonia se localicen de forma definitiva y sólida las corporaciones que tienen intereses estratégicos en dichas áreas. Es allí, donde puede entenderse el inusitado interés de la elite encabezada por Juan Manuel Santos y de los altos mandos de las FARC por darle un trámite ágil al proceso, pues no es secreto para nadie que las FARC predominan y ejercen control territorial precisamente en esas regiones que son de un valor neurálgico para el corporativismo y los Estados poderosos.

Sea cual sea el desenlace del proceso (pues la política colombiana es por definición impredecible), la realidad y algunos precedentes refuerzan mis afirmaciones, en primer lugar la llegada de multinacionales dedicadas a la explotación de yacimientos auríferos o a la explotación maderera en algunas áreas geográficas de la región andina o pacífica. En segundo lugar, el “espaldarazo” al proceso por parte de la administración de Barack Obama con la designación de un funcionario, puede interpretarse como el interés especial que tienen los norteamericanos por una rápida negociación y por último el acompañamiento de la ONU y la presencia de figuras como Kofi Annan, hacen posible pensar que lo que se negocia en La Habana va más allá de un interés altruista del gobierno y las FARC que redunde en la paz y la armonía para el golpeado pueblo colombiano.

ELABORADO POR:
Oscar Andrés Castaño
Profesor de Geografía Política
Universidad del Tolima

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