Ingeniosa y sagazmente las corporaciones globales vienen desarrollando desde hace rato una farsa gigantesca y perversa a través de una indecente campaña masiva internacional, a través de los medios de comunicación dedicados a la desinformación, pretendiendo que sea la humanidad entera, en conjunto con las sociedades, las que asuman la responsabilidad absoluta por la contaminación residual que la basura de sus productos generan, logrando que los gobiernos avalen la falsa premisa por medio de la cual se atribuye a los individuos la culpa de la destrucción del planeta, compulsando compulsivamente, sus errores hacia los seres que nada tienen que ver, haciéndonos sentir como si fuéramos los verdaderos causantes de la contaminación ambiental actividad que de inmediato se tiene que detener, además que promovamos de manera mundial el reclamo para que suspendan semejante atropello a la inteligencia en general, además que de inmediato emprendan entre sus empresas la única solución que existe y es posible, basada en la eliminación de los envases en los que nos entregan sus productos, especialmente los empaques de plástico, icopor, aluminio y demás formas de contaminación.
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Cada ser humano tiene que ser partícipe de la reacción contra las corporaciones financieras e industriales que orondamente se lavan las manos sin considerarse responsables de las consecuencias que nos tienen a todos al borde de la desesperanza y desesperación; a esta situación se le tiene que añadir la premisa que reclama un decrecimiento paulatino paralela a la idea de desarrollo y progreso con carácter exclusivo de protección ambiental.