Y la vida sigue, a pesar de nosotros y del coronavirus. Y la vida sigue, a pesar de nuestras medidas para contener el virus y de nuestra ilusión de que así será, medidas que solo el futuro sabrá si fueron certeras o no. Y la vida sigue a pesar del sufrimiento, tanto el creado por el virus como el creado por las medidas para contenerlo. Y la vida sigue porque la solidaridad nos tomó de la mano y nos hizo grandes, como raza humana.
Y la vida sigue y seguirá, si igual o diferente nadie lo sabe. De pronto el cambio es algo tan individual que solo más adelante, cuando llevemos un tiempo recorrido después de esta crisis, lograremos cada uno de nosotros saber si hubo algún cambio o volvimos a la misma rutina anterior, como individuos y como humanidad.
Los positivistas colman en este momento el mundo con mensajes de cambio, de esperanza, de mejoría de la raza humana, de una transformación no solo necesaria sino absolutamente importante y profunda. Los escépticos creen que simplemente todo continuará igual que antes, las diferencias de clases, la separatividad, el abuso económico y el egoísmo. La inercia nos llevara a eso, dicen. Pero la vida permanece, por solidaridad.
Así como existe la posición del aislamiento para que no se expanda tan rápido el coronavirus, asimismo existe la posición de quien cree que debiéramos salir a la calle, infectarse las personas que sean, morir quienes deban morir, recuperarse los demás y continuar adelante. La vida continuará con una u otra forma. Desde siempre los seres humanos hemos tenido opiniones divergentes y opuestas, los unos de los otros, o complementarias y sincrónicas, toda crisis incrementa la magnitud de unas y otras. Pero la solidaridad, ahora, nos une.
Y la vida sigue, porque aislados o no, nuestro pensar y sentir como raza, la bondad o el odio; el altruismo o el egoísmo; el amor o el temor; siguen viviendo dentro de nosotros y lo expresamos en nuestro hogar, edificio o conjunto, aislados. Las emociones humanas saliendo a flote lo he sabido, lo he leído, lo he visto, durante la cuarentena. La vida seguirá, sin lugar a duda, con pérdidas cercanas o sin ellas, con unidad, con esperanza, con tranquilidad. Por la resiliencia y la solidaridad. Ni los pronósticos más catastróficos prevén la desaparición de la raza humana, ni mucho menos.
Nuestro centro de atención ha cambiado. A unas ocupaciones ya no se les presta atención, otras se volvieron el centro. La vida se vuelca sobre la vida misma, sobre el sobrevivir, ya no sobre la posesión. Agradecemos más ciertos servicios y nos importan menos otros. La vida continuará y retornaremos o no a las prioridades humanas que venían o cambiaremos a aquellas que están durante la crisis. No lo sé. Decisiones, siempre decisiones, de vida, por acción o por omisión, con conciencia o sin conciencia, sabiendo cómo me afectan y le afectan a los demás o no. Pero nos hemos volcado a la solidaridad, como centro de atención.
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¿Cómo vivimos esta crisis?, ¿cómo la acatamos?, ¿cómo fue que la superamos?, ¿qué fue lo que creamos?
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Sí, la vida sigue, sí, nosotros seguimos. La reflexión que me hago en este momento es ¿cómo vivimos esta crisis?, ¿cómo la acatamos?, ¿cómo fue que la superamos?, ¿qué fue lo que creamos y produjimos, que fue lo que hicimos, que actos tuvimos?, y solo mirando a esos actos, viendo cómo nos comportamos, cómo estuvimos estaremos tranquilos o no. Puede sonar a frase trillada, pero sólo nos queda vivir en el aquí, en el ahora, cada minuto, cada segundo, con conciencia de nuestras decisiones, porque ellas marcarán nuestro futuro, tanto el personal como el colectivo. Afortunadamente la solidaridad entre todos está siendo la respuesta, es la acción colectiva.
No sé, no tengo idea, cuál es el aprendizaje de la raza humana a raíz de esta crisis, repito, sólo sé que la forma en que yo me comporte hoy marcará mi propio futuro. Solidarios por favor. Si el cambio está allí, bienvenido.
Finalmente me pregunto: ¿volverá mi profesión, la medicina, a la deshumanización previa a esta crisis? ¿O le habrá servido realmente para volver a ese contacto humano íntimo, profundo?. Ello vendrá en la próxima columna.
Médico fisiatra. Medicina del alma
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