Esta situación crítica internacional que actualmente afecta a millones de personas y diferentes los sectores productivos, hace que también podamos hacer referencia a las comunicaciones. Hemos hablado en muchas ocasiones sobre la necesidad hoy en día, a pesar del boom tecnológico, de una comunicación que regresando a lo básico, al cara a cara, presencial, en donde se mire a los ojos y se establezca ese vínculo fuerte, sincero y rebatible a la vez.
Lo que nadie nunca se imaginó es que esa opción (que son pocas pero importantes) ha quedado también “herida de muerte” por la llegada inesperada del Coronavirus y como consecuencia de la declaración como pandemia mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha traído como efecto de solidaridad que “una al mundo” pero a la vez “lo aislé" tácitamente, donde millones de personas se están viendo obligados a guardarse en sus casas y que eventos como: seminarios, encuentros mundiales, congresos, principios de norma religiosa y hasta partidos de fútbol, sean modificados o cancelados como medida preventiva, y que algunos tomen la alternativa de llevarlos a cabo de forma digital, aprovechando las ventajas que ofrecen los canales en plataformas electrónicas y redes sociales en general.
Lo anterior ratifica entonces que por esta coyuntura extraordinaria de salud pública a nivel mundial, otro de los grande afectados es el modelo auténtico de la comunicación frente a frente, la que hemos pedido a gritos que hay que mantener, que no hay que dejarla en el baúl de los recuerdos o el diálogo de sordos. ¿Quién pierde con esto? Sin incluir los millonarios detrimentos de, no solo las agendas del sector privado productivo mundial y lo público, los los organizadores, la empresas de logística, los profesionales de producción, las empresas de aviación y transporte, el turismo sector que se beneficia directamente o no ante los grandes eventos. Pierde, diría dramáticamente, “el afecto”, el tener una experiencia de conocerse a sí mismo y ante los demás, de descubrirse y proyectar, de ser directo autentico en el discurso, en el mensaje propio que se genera con la comunicación natural en donde el escenario ideal hoy en día son estos foros de multitudes que contribuyen a integrarse de manera física y manejar el relacionamiento humano, la integración social se golpea y por ende, comienza a primar la vida individual y personal con una comunicación limitada al máximo.
Otro aspectos y a nivel de la comunicación integral que se está viendo afectado, es el ejercicio de las relaciones públicas como tal, se crean barreras en la vida social por decreto, por norma y por razones de emergencia, en algunas ocasiones, retenidos los ciudadanos en cuatro paredes y a todos nos toca acatar, incluso por el sentido elemental de la supervivencia. Las relaciones públicas pierden el escenario y el campo de acción en que se manejan, no existen hoy modelos exitosos de la práctica estratégica de relaciones públicas con solo la herramienta de lo digital y creemos que estamos muy lejos de lograrlo, porque a pesar de todos los desarrollos en tecnología de la comunicación, la que está basada en encuentros presenciales y personales tiene y alcanza el mayor valor, impacto y recordación en el universo productivo del mundo de hoy, independientemente de las creencias en valores, partidos políticos, etc.
Vemos como hoy, esta pandemia mundial del Coronavirus se constituye entonces en el mayor reto para la comunicación digital, midiendo su capacidad de llegar, para que esta herramienta del mundo moderno logre informar, disminuir el pánico colectivo, prevenir y educar a millones de cibernautas frente al reto del virus que se ha tomado el planeta.
El sentido cálido, clásico y elemental, el más antiguo de la comunicación, pero a la vez el más efectivo para el reconocimiento integral del ser humano, por ahora queda prohibido porque solo sirve de acuerdo a la ciencia médica para incrementar los riesgos, la cadena de transmisión y que genera contagio con probabilidades al máximo.
Así pues, estamos seguros de que después de la tormenta y cuando regrese la calma y normalidad, volveremos a mirarnos a los ojos, darnos la mano y reconocernos, ojalá de manera transparente, como seres auténticos y dispuesto a crecer en lo social, factor esencial para el desarrollo humano y estabilidad emocional de la sociedad.